sábado, 28 de junio de 2008

Algo más que el grupo de Bob Dylan


The Band - The Band (1969)

En una de las reuniones en la cumbre que la cúpula directiva de Garajeland ha tenido recientemente, además de las típicas acusaciones de los miembros dirigentes: la extensión de los artículos del que subscribe, en qué momento Luca Toni iba a marcar contra España (sentimos que el fútbol también salpique este blog, pero algunos no habíamos vivido con conocimiento de causa estos acontecimientos. Por resumir: ‘semos finalistas’), menciones a nuestras respectivas progenitoras... Nos dimos cuenta de que todavía no habíamos hablado sobre ‘The Band’. Una de las mejores cosas que le pasaron a la música en los sesenta, algo que había que solventar rápidamente.

The Band llegaron a representar mejor que nadie toda la tradición de la música de los EE. UU.: Blues, Folk, Country, mezclado con parte de la Psicodelia que salpicaba los 60, e incluso, introduciendo temas tan aparentemente alejados del Rock como la Guerra Civil Norteamericana. Lo curioso del asunto es que 4 de los 5 componentes de eran canadienses, su futuro era ser policía montada, nunca músicos (por aquello de mantener el estereotipo, ya saben, En España somos toreros mal que nos pese).
Los orígenes del grupo, por tanto, hay que buscarlos en el país de la hoja de arce. Hasta allí llegó Ronnie Hawkins 'The Hawk', cantante de Rockabilly en los últimos 50. De Arkansas (su ciudad de nacimiento) se trajo al baterista Levon Helm y, ya en Canadá, contrató a Rick Danko, Robbie Robertson, Richard Manuel y Garth Hudson para que se transformaran en 'The Hawks'. Ronnie consiguió el paquete completo, paquete Comansi, porque los cinco eran multiinstrumentistas y con otras cualidades en nivel medio-alto (como el inglés en mi curriculum), como arreglistas para cuerdas o metales, ingenieros de sonido... Ni con el aparato que anuncia Chuck Norris se consigue tanto por tan poco.


... "Y ahora amigos, unimos el cable rojo con el azul para que el órgano suene, pero mientras vemos el siguiente briconsejo"


Con Ronnie, los futuros cinco miembros de The Band se consolidaron como grupo. En 1965, fueron recomendados a Bob Dylan, que por aquel entonces iba a sufrir una de sus metamorfosis, pasando de gurú del Folk a nuevo Mesías del Rock. Dylan contrató a los Hawks para una gira por Inglaterra con estas palabras: "Nos lo vamos a pasar fetén chavales, en Inglaterra me adoran, y, además, vamos a tener los hoteles a capricho". La gira resultó una pesadilla (histórica, todo sea dicho) en la que Dylan fue abucheado, llamado Judas y perseguido por las calles por gente con mirada aviesa. Pese a todo, los conciertos eran brillantes, llenos de energía y pulso. A ello, contribuía tanto las canciones del señor Bob, como la labor en los instrumentos de Robertson, Danko, Hudson y Manuel (Helm no participó en la gira, en su lugar se enroló en una plataforma petrolífera -y luego dicen que los bateristas no están locos-). Cuando regresaron a EE. UU,. Bob les invitó a alojarse en Woodstock (Nueva York), un entorno rústico donde comenzarían a trabajar en el vibrante, honesto e inspirado 'Music From The Big Pink', al mismo tiempo que se dedicaban a reparar las chapuzas en la casa donde vivían (años antes de Bricomanía y de los tubillones).

En plena efeverscencia de su talento, abandonaron Woodstock para grabar su segundo y homónimo álbum (hartos de que los vecinos se aprovecharan de sus habilidades de hombres herramienta) y recalaron en Los Ángeles, en la antigua casa de Sammy Davis Jr., que convirtieron en estudio. En la maleta (sin facturar) se traían al sexto miembro de la banda, el productor John Simon, cuyo papel (como el que conducía el camión donde descansaba 'El Coche Fantástico') era crucial: unir todas las partes y que todo sonara como debía. Hay que tener en cuenta que el sonido de The Band es único y complejo: órganos Gospel y/o protopsicodélicos; sonido seco de bajo y muy melódico; baterías orgánicas… Si parece difícil empastar todo esto, hay que tener en cuenta que Robbie Robertson estaba muy influido por Curtis Mayfield, tratando de crear 'cuadros sonoros' con su guitarra, algo parecido a lo que explico nuestro amado líder 61&49 aquí. Intenten mezclar esto y que salga un álbum tan brillante como éste (o bien acabar un cubo de Rubik con una mano mientras sostienen una ciruela flotando en perfume oriental en un sombrero de caballero y una bella muchacha les susurra cosas al oído). Si consiguen cualquiera de las dos cosas, además de comprender lo importante que era John Simon en este grupo, deberían hacérselo mirar...

Por si alguien se lo pregunta: sí, todos parecen de la época de antaño (la garrota también)


'The Band' (el disco) cuenta con un grupo en plenas facultades, la composición de Robertson y las voces de los tres cantantes oficiales de la banda: la potente y cálida de Levon Helm, el tono de tenor de Danko y la increíble y personalísima voz de Richard Manuel, cuyos falsetes son como las actuaciones de Marlon Brando: en un buen día provocan admiración, en uno malo, siguen teniendo más personalidad que todos los concursantes de Operación Triunfo juntos (incluidas familias). Todas esas virtudes aparecen en 'Across The Great Divide', incluyendo los arreglos de metales (interpretado por el propio Danko, John Simon, Manuel y Garth Hudson, aunque lo divertido es que, excepto el último, ninguno sabía tocar ni una sola nota en un trombón o trompeta, tarataratareta... maldito Miliki, maldita infancia). The Band suenan con la frescura de la improvisación y la planificación de un buen estratega, ‘The Night They Drove Old Dixie Town', es el mejor ejemplo de ello: una historia con un protagonista -Virgil Caine-, un contexto: la guerra civil americana. Con esos mimbres, nadie esperaría algo divertido, pero la voz del profundo sur de Helm y el piano de Manuel configuran uno de los mejores estribillos que tus oídos jamás oirán (coronado por los magníficos agudos de Rick Danko y los 'nananana' inconfundibles de Richard Manuel). Es encomiable oír algo grabado hace 40 años, que versa sobre una historia de hace doscientos y que suene actual, ¿pasará lo mismo con algunas de las canciones que oímos hoy en día? ¿Mayra Gómez Kemp terminó de leer alguna vez un texto en su vida? Preguntas... preguntas... ‘Up On a Cripple Creek' parte de una letra bastante extraña de Robertson pero acaba tornándose en una celebración cuando los 'yodel, yodel' entran en escena apoyados por el piano estilo funky de Hudson, la mandolina de Helm, el fiddle de Danko y la batería de Manuel, que según b, no tenía ningún patrón técnico y tocaba por instinto (posiblemente hasta yo no hubiera desentonado con un par de crótalos). El disco termina con dos joyas: Jawbone, por el desgarro que tiene la voz de Richard Manuel en el estribillo; escuchar ese 'I am Thief and I dig it' mientras las notas de piano, batería y bajo caen sobre él es rejuvenecedora, cual crema del Instituto Pons. Para terminar, The Band entrega la que para muchos es la mejor canción del quinteto: ‘King Harvest (Has Surely Come)’, rematada por un solo de guitarra de Robertson, omnipresente durante todo el disco, pero con este único momento de ser protagonista.

Por último y a modo de curiosidad, el nombre del grupo se debe a que nadie encontraba uno bueno (los chicos propusieron The Honkies y The Crackers -no, lo de elegir nombres no era lo suyo), pero como todo el mundo se refería a ellos como ‘The Band’ (la banda, el grupo), pues decidieron seguir con ello. Cuesta creer que un grupo con un nombre tan soso fueran tan grandes, pero si tuviera que jugarme la paz mundial en una hipotética partida de chinchón con la Deidad que llevara este asunto, le apostaría que no encontraría otro grupo tan bueno y especial en universos a la redonda.



Una pequeña joya: ensayo de King Harvest en la casa de Woodstock, después conviene verse el Último Vals enterito...



Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verleín
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miércoles, 25 de junio de 2008

La peor recopilación del mundo


El Mejor Album de Música de Anuncios de TV (Volumen 1, 2, 3 y 4)



El mundo musical está lleno de discos recopilatorios, es decir, un regalo de Dios para las discográficas que no apoquinan por un estudio de grabación y que casi por magia de Tamariz, las canciones ya están grabadas y dispuestas a incluirse en las mezcolanzas más variopintas. Por supuesto, todos tenemos amiguetes recopiladores de las recopilaciones más insospechadas, chistes de Arévalo, chistes de Jaimito Borromeo o las siempre infalibles (e incomprensibles en mi caso) recopilaciones de Músicas del Mundo.

Obviamente, el cometido de estos discos generalmente es conseguir vender más discos que botellas de agua vendió la Expo de Sevilla, pues en estas nos encontramos con uno de los casos dignos de estudio por los agentes Mulder y Scully, el disco que reunía al completo la música de los anuncios de la tele (guau). Lo interesante es que fuera EMI la compañía encargada del tema y tal, y no otras compañías muy dadas a estos trastornos como Globo Mierda o Vale Music. Como testigo de lujo, garajeland estuvo junto a los directivos que parieron esta idea, el jefe encargado (que se estaba comiendo un croissant) hizo una pregunta directa a sus súbditos: ¿qué hacemos para vender mucho sin que tengamos que promocionar apenas?, un directivo dijo que por qué no sacar una recopilación con sonidos de estación de cercanías remezclados por Nacho Cano, fue despedido de inmediato (y con razón); otro propuso un disco de los Beatles con versiones alternativas que incluyeran medio acorde más, a este le hicieron caso; finalmente uno dijo: “vamos a sacar un disco que sean los grandes éxitos de la mejor música de los mejores anuncios de televisión”, y hasta hoy cuatro recopilaciones con ocho discos.




Para preservar la identidad de los individuos hemos aplicado efecto gaussiano a la matrícula y pixelado a sus caretos


Una vez grabados los futuros posavasos, la campaña de marketing empezó a funcionar, y por primera vez los dependientes de Mediamarkt sabían que disco tenían que darte si empezabas a bailar a dúo la canción del anuncio del Trinaranjus. El mundo del boca a boca musical corrió como la pólvora, y semanas después media España podía recorrer las calles en un Ford Scort intentando adivinar con los acompañantes a que anuncio pertenecía cada canción. Imaginen el panorama, discusión aireada por decir: “¿esa canción no es la del anuncio del Mistol?”, y una respuesta del tipo: “no puede ser gallifante, aquí sale un dibujo de una chapa”. Esto último tiene una explicación, en un alarde imaginativo, cada canción venía asociada con un símbolo, el cual implicaba la procedencia televisiva de la canción, todo debido a que no sé podía hacer publicidad del producto (sic). Por ejemplo, si la información era una rueda, eso no quería decir que fuera de un anuncio de Firestone, sino que era de uno de coches, así la EMI se aseguró de que los compradores de sus discos tuvieran algún estimulo intelectual, para que luego digan que nos estamos convirtiendo en los replicantes de Blade Runner.



¿Los Proclaimers o la versión escocesa de los hermanos Calatrava?


Por supuesto el disco no estaba concebido para que se degustase de principio a fin paladeando cada una de las canciones, más bien la estructura de todo el repertorio era carne de cañón para que el botón de rebobinar palante y patrás echara humo, bien definido se podría decir que las canciones estaban puestas como chavales en un partido de fútbol del colegio, al bollo; si no, no se puede explicar que una persona cuerda vaya chillando una canción de Fórmula V y acto seguido interprete una del Bosco a voz en grito.


El disco se iniciaba con la horripilante canción del más pálido de Ultravox, Midge Ure y el "Breath", una canción que tuvo su promoción en un anuncio de Swatch, emitido a discreción en la hora de la siesta y mientras se emitía Roland Garros, lo cual tuvo un efecto psicológico en los aficionados al mundo tenístico. Para continuar, los no menos pesados de The Proclaimers, lanzados al estrellato en España por Retevisión (lástima que el favor no fuera correspondido) a la par que el grupo aprovechó el tirón y sacaba un grandes éxitos donde brillaba el “I´m Gonna Be (500 miles)”. Desde luego no vamos a criticar el repertorio completo, puedes hacerlo tú mismo pinchando la imagen, solo decir que hay espacio para todos, Sly Stone, Undrop (los de la Pepsi), los Kinks, Conchita Piquer, Chumbawamba (¿?) e incluso María Callas, toda una biblia musical era este disco.

En volúmenes posteriores se comprobó que la relación consumidor con coche – anuncio de coche era la que mejor funcionaba y la contraportada se empezó a poblar de ruedas cual cementerio de neumáticos. Finalmente, el buscador del eMule y esa gente que pone en paréntesis donde se ha hecho famosilla una canción ha acabado con estas grandes recopilaciones y sus consumidores. Una pérdida terrible, las dos cosas.

El Mejor Album De Musica De Anuncios TV

Si pinchan en la imagen pueden ver el repertorio completo o piratear su copia como Dios manda (cuidado que el fondo es negro y gasta mucha tinta)

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viernes, 13 de junio de 2008

Conversaciones insustanciales sobre música (II)

¿Qué disco es el que querías?


Además de que el Nesquik es cien mil veces mejor que el Cola-Cao (que no, no sabe a chocolate y, sí, se necesita una termomix de la NASA para aquello se disuelva) y que Jesús Gil está vivo y sigue hablando de las camisetas andantes, existe otra gran verdad en la que el destino del universo está en juego: acertar al regalar un disco es algo harto complicado. Riasen ustedes de los exámenes de la carrera de Topografía o adivinar cuál es la labor exacta de un Ministro. Pongámonos serios; si alguien te regala el single de los Sex Pistols editado por EMI, es posible que cuando te recuperaras del soponcio (y previa verificación de autenticidad en una tienda de un señor chino muy viejo fumando en pipa y que intentará venderte una especie de osito pequeño con orejas al que no debes mojar nunca), quisieras elevar a los altares a la persona que ha obrado ese milagro y, al mismo tiempo, retirarte a un lugar oscuro y apartado donde poder guardar con recelo tu objeto de deseo mientras ríes cual dictador de república bananera.

Esa es la situación ideal: que alguien que te quiera y, además te conozca bien, te regale un disco por el que venderías a muchos miembros de tu familia (además de para no volver a encontrártelos en la Cena de Navidad). Pero, lamentablemente, la vida no es tan perfecta, sino que como decía Chaplin, suele parecerse más a un gag. Así, que lejos del país del chocolate donde viviría a capricho nuestro ídolo Homer Simpson; en el mundo real (en el que la gente empuja en el metro), quien te hace el regalo, normalmente te quiere, normalmente tiene toda la buena intención del mundo y, normalmente, lo que obtienes a cambio será una estupenda edición con bonus tracks del disco de Santa Justa Klan (si no saben de lo que les hablo, pueden horrorizarse aquí; no lo duden, es una de las señales del fin del mundo). No piensen que no sabemos de qué hablamos, en Garajeland hemos sufrido estos horribles sucesos en nuestras canillas o cómo creen que consiguió mi compañero 61&49 su copia del disco de MC Hammer, pues sí: un regalo; hecho con toda la buena intención del mundo, pero háganme caso: con toda la buena intención del mundo se han derrocado gobiernos, asaltado casas y provocado guerras sanguinarias. La buena intención es un arma caliente.


El regalo perfectoSólo falta Papá Noel y el Ratoncito Pérez para tener presentes a todos los sospechosos habituales




¿Qué proponemos desde esta humilde atalaya del no-conocimiento? La respuesta es sencilla: adelantarse a los acotencimientos. Todo vale para que no te quedes con cara de no haber ganado el Óscar mientras tu esforzado padre te tiende con lágrimas en los ojos ese CD que le ha costado 24 euros en El Corte Inglés y cuyo título es "Los pitufos makineros cantan saetas de Semana Santa". Olvidemos eso y propongamos una serie de medidas para que obtengas una satisfacción garantizada y todo encaje como un puzzle sideral.


1º Medida: La discreción no es una opción. En tu vida diaria es bueno ser tan sigiloso como el MOSAD, pero en estos momentos hay que ser como el General Patton y su III ejército en la IIGM. Deja por tu casa post-it estratégicamente colocados donde ponga: "disco, lugar de compra y descuentos interesantes" (esto es opcional). Como decimos, la proporción es importante: si pones un sólo post-it, puede que desaparezca por misteriosas razones como hacer limpieza, si empapelas tu casa, tus familiares consaguineos directos no olvidarán el regalo que deben hacerte (es posible que en el proceso te pongan las maletas fuera de casa, pero son detalles, meros detalles).

Regala músicaEsto es la versión moderna de la Caja de Pandora, si al menos me ofrecieran el conjunto de lavadora y secadora...


2º Medida: Sé constante. Tu familia te puede tomar por loco si a cada pregunta que te hagan respondes con el título de un disco y su lugar de compra (puedes dar coordenadas geodésicas si tienes un GPS a mano o a máquina), pero es una gran forma de conseguir el objetivo final. Qué tiene de malo parecer un loco si te puedes salir con la tuya, absolutamente nada.

3º Medida: fuera modestia o mojigaterías. Hay que ser franco, a la pregunta "¿Hijo mío, qué disco era el que querías por tu cumpleaños?" No hay que responder: "cualquiera, ya sabes lo que me gusta" u otra variante. Di lo que quieres, alto y claro, es más, ofrécete a hacer una Ruta Quetzal con el familiar en cuestión hacia la tienda, no te amilanes o sufrirás una horrible pesadilla en la que te verás a ti mismo, pero desde fuera, mientras te entregan un estupendo vinilo de "Los Pajaritos" de Mº Jesús y su Acordeón y tu cara se va transformando en la de un señor que no conoces de nada y se ríe sin cesar (argumento extraído de la próxima película de David Lynch).

Estos consejos se los damos porque somos conocedores de esta materia. Algunos rumores indican que alguien ha conseguido el regalo ansiado (y encima un edición sin reeditar) de manos de Scarlett Johansson. Desmiento ese rumor, porque la señorita Johansson y yo mantenemos una relación perfecta desde hace tiempo: yo la doy el coñazo y ella pasa de mí. No me digan que no es perfecto.


Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verleín

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jueves, 12 de junio de 2008

Sly Stone gira un poco más la tuerca del Funk

Sly & The Family Stone - There´s A Riot Goin´ On (1971)

En breve comienza el verano para todos y en garajeland ya empezamos la operación bikini; Tomás Verleín inicia su dieta del boquerón frito y el buen tiempo hace que su piel cambie de color rápidamente, de blanco a un poco menos blanco. Para ser justos, aquí el que escribe ya luce un precioso moreno calcetines blancos pese a salir a la calle en chancletas. Así que con la excusa de que nuestra piel empieza a mutar rápidamente comentamos nuestra clásica historieta semanal sin olvidarnos de nuestras negras raíces, un poco apartadas últimamente, y que vamos a reparar con un clásico del mundo Funk, el gafirulo y bien vestido de Sly Stone y familia que publicarían “There´s A Riot Goin´ On” en 1971.

Es muy habitual que haya formaciones musicales que compongan vinilos de campeonato en situaciones un tanto oscuras y depresivas, en este saco pueden entrar desde Nick Drake hasta los Rolling Stones, que en algunas grabaciones no se daban ni la hora. Siguiendo esta ley que bien podríamos habernos sacado de la chistera, este disco entra en el selecto club de “mal ambiente, mejor disco”. Tres años antes de grabar “There´s A Riot…”, Sly & the Family Stone vivían momentos de gloria, muy acorde al mundo hippie de aquel año 1968, el grupo de San Francisco fue invitado a (sorpresa) Woodstock, uno de esos conciertos en los que todo el mundo estuvo, más o menos como en la visita de los Beatles a España. Después de su actuación, que sería recordada como una de las mejores del festival, les empezaría a llegar el éxito masivo, todo parecía perfecto, su utópica formación funcionaba mejor que el arca de Noé, con blancos, negros, miembros, miembras y las mujeres en el grupo no eran adornos cual azafata de Marina D´Or (la hermana de Sly, Rose Stone, cantaba y tocaba los teclados, y Cynthia Robinson, tocaba la trompeta). Este desprendimiento de buen rollo no debió gustar mucho a los Panteras Negras, que por aquellos años no tenían el teléfono del Ministerio de Igualdad para desfogarse y la tomaron con el optimismo de la compañía familiar Hippie & Sly Stone.

"Si nos llevamos muy bien con Sly...en nuestra próxima fiesta va a ser la piñata"

Pasados estos años tan agitados, y después de grabar Stand!, los problemas con las drogas empiezan a minar al grupo, y especialmente a Sly Stone, que poco a poco va perdiendo la chaveta hasta el punto de contratar a guardaespaldas de buen expediente policial (ya se sabe; gente que ayuda a la iglesia grecorromana, cruzan de acera a ancianitas o te matan tres veces antes de caer al suelo, unas joyas vamos). La fractura con los demás miembros del grupo era evidente y sus conciertos ya eran del todo imprevisibles, no por la calidad de los mismos, sino de la aparición o no en escena del bueno de Sly, que era capaz de ponerse moino y resistirse a salir al escenario.

Con ese denso aire depresivo se gesta “There´s a Riot Goin´ On”, el resultado es un conjunto de canciones esenciales para la gente que mezclará Funk y Rock años después con mejor o peor gusto. Empezando a contar salen canciones como “Fammily Affair”, “Runnin´ Away”, “Just Like A Baby”, “Thank You For Talk To Me Africa” o “Luv N´ Haight”. Muchas de las canciones aun mantienen el espíritu de otras entregas anteriores, la seducción vocal y el inconfundible bajo de antes, ahora se funden con canciones más perversas, que te recogen en un rincón mientras lo escuchas y en las que los textos pasan de un positivismo absoluto a paranoicos versos políticos. Se rumorea en la sección de “Mentiras como Pianos” que Sly Stone llegó a decir que no recordaba el número de instrumentos que había tocado en este disco, lo cierto es que su grupo empezó a estar hasta las narices y muchos se tirarían del barco, especialmente dolorosos serían los abandonos del insustituible bajista Larry Graham o el batería original, Greg Errico.




No estaban en crisis, sólo una desaceleración amistosa


En cualquier caso, y pese a que no se recuperarían después de este disco, Sly Stone ha dejado una lista de seguidores más larga que amigos a dejado el “Sheriff” Ginés en Coslada; Prince, Beastie Boys, o los raperos de Public Enemy lo pueden aclarar. Si tuviéramos que medir el talento de Sly Stone y a toda la familia que le acompaño en momentos de esplendor, solo podríamos compararlo con el tamaño de los flecos o las enormes patillas que gastaba Sly en sus conciertos.

Si alguien quiere conseguir los discos de este lunático genio está de enhorabuena, recientemente ha sido reeditada toda la discografía, especialmente el ya comentado “There´s A Riot…” o “Stand!”, ambos de buena calidad y a precios accesibles.


Que los niños no vean el video, en Woodstock iba la gente enseñando la pirindola

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domingo, 1 de junio de 2008

Verdades como puños, mentiras como pianos ( III )

1. ¿Es cierto que Bono es capaz de aparecer en dos sitios a la vez? Verbigracia, tiene el don de la ubicuidad

Nuestro veredicto: Pese a quien pese, la leyenda de la chica de la curva (en sus múltiples versiones y variantes) está un poco pasada de moda. Hay que asumirlo: ya no da canguelo. Si quieren de verdad pasar miedo, prueben con esto: hay gente que ha visto a Bono en una reunión de la ONU y, al mismo tiempo, despachando el pan en la tahona de su barrio. Por primera en Garajeland no podemos dar una respuesta a esta incógnita, dado que el señor de las gafas caras aparece en todos los sitios: en entregas de premios, en juntas de vecinos, en el festival de Cannes al lado de Clint Eastwood y Angelina Jolie, en la cola del banco, e incluso grabando alguna canción con U2... El caso es que consigue estar en todos los sitios y no llegar tarde a sus citas. No sabemos cómo lo hace, pero lo hace. No se asusten si le ven cruzando un paso de cebra y les recomendamos que ni se les ocurra tirarle de la cara para comprobar si es él o Joaquín Reyes, su sosías en Muchachada Nui.

Porcentaje de certeza: Pues hombre, si esto fuera el programa de Iker Jiménez, se habría dicho la palabra inquietante y se habrían enseñado dos fotos (una borrosa) en la que había evidencias claras de que Bono era capaz de desdoblarse (o de tener dobles, como Stalin). Nosotros preferimos encarnar un poco la ceja y pensar que esto es imposible. Para salir de dudas hemos preguntado al experto en U2 de la casa, el señor 61&49, que sería capaz de ponerse el caperuzo tipo The Edge y dejarse perilla si fuera necesario para la paz mundial. Dice no creerse lo de Bono, porque si fuera capaz de hacer semejante proeza utilizaría sus superpoderes para el bien (como Chendler en “Friends” con los suyos de la invisibilidad): escribiendo una buena canción (que hace ya de eso), trabajando en el Castillo del Jubilado de Springfield y, por encima de todo, tomándose un café con Julián Ruiz para arreglar lo suyo, que se llevan peor que dos familiares de un pueblo enfrentados por las tierras.

Busquen en su barrio a Bono, es el único que lleva esas gafas y destila ese carisma

2. ¿Se le encontró a Rod Stewart un litro de determinada sustancia tras hacerle un lavado de estómago?

Nuestro veredicto:
Ya está aquí, la invitada estrella de nuestra sección: la anécdota escatológica. Este rumor, que de cierto parece tener bien poco, ha pasado de generación en generación teniendo varios protagonistas: David Bowie, Freddy Mercury o Rod Stewart. La historia es la siguiente: el rubio, ex-cantante de los Faces, o Jeff Beck Group va al hospital a hacerse una revisión de los 14 años, quiero decir, aquejado de dolores estomacales. El galeno, tras una exploración inicial y a punto de recetarle clamoxil -que nunca viene mal-, se arrepiente y ordena que le hagan un lavado de estómago. Hasta aquí se puede considerar a este episodio como cierto, después empiezan las distintas versiones: que si se encontraron 2 litros de semen en el estómago de Stewart, que si ese líquido en realidad pertenecía a una ballena, que si es imposible que tuviera eso en el estómago porque antes se había introducido cocaína por el recto (otro de los rumores que siempre han ido adosados al cantante). Casi nada.

Porcentaje de certeza: Muy bajo. En Garajeland no le damos pábulo a ninguno de estos rumores, más que nada porque nos hemos jugado a los chinos a quién le tocaba realizar las pruebas tipo CSI de este caso y el perdedor se ha negado a aceptar su labor, yo por si acaso me voy a ver un maratón de episodio de Farmacia de Guardia, que es la mejor forma de lobotomizar mi cerebro y no relacionar las palabras médico, lavado de estómago y litros y litros de una sustancia blanca

3. ¿Es Rivers Cuomo el personaje más estrafalariamente complejo del Rock?

Nuestro veredicto:
Si no lo es, tiene muchas posibilidades de serlo. Hagamos un resumen rápido de su vida: su nombre viene dado porque nació entre los ríos Hudson y East de Manhattan; vivió su infancia en una comuna hippie; empezó como músico de heavy metal; entre los instrumentos que toca con habilidad destaca el clarinete, en los 90 empezó a estudiar los entresijos de las canciones de Nirvana, Oasis y Green Day en busca de la fórmula para la canción perfecta (documento celosamente guardado en un archivador de anillas); este año ha empezado una serie de vídeos en youtube para crear un tema con la ayuda de los comentarios de los visitantes. Por otra parte tiene un gusto ora discutible ora creador de tendencias: llevó gafas de pasta antes de que se pusieran de moda, peinado tazón y ahora un bigotito típico de actor porno de los años 70; mantuvo un celibato estricto durante dos años; tenía una pierna 44 mm más larga que la otra, razón por la que tuvo que someterse a cirugía y llevar un aparato metálico que estiraba su fémur cuatro veces al día (incluso colocó una radiografía de la pierna en el single "The Good Life"). Su dolencia le impidió practicar su deporte favorito: el fútbol. Su afición va más allá de poner dos sudaderas en el suelo y echarse un gol regañado con los colegas, sino que es fiel seguidor de Los Ángeles Galaxy y compuso un himno para apoyar a su selección con vistas al mundial 2002. Además, tiene cierta amistad con Alexi Lalas, hoy entrenador del equipo de Los Ángeles y mítico cromo del álbum del Mundial de 1994. Mítico, porque a todo el mundo le salía una o dos veces en cada sobre. Sí, el currículum de rarezas de Rivers es amplio; quizás puestas por separado, esas rarezas-aficiones podrían ser compartidas por alguno de nosotros, pero todas juntas hacen una combinación difícilmente superable. Ahora bien, es muy raro, pero cuando alguien consiga escribir una canción tan buena como "Say It Ain't So" (y otras más que tiene en el zurrón) sin las rarezas, que avise.

Alguien de Panini debería dar explicaciones con el contenido de los sobres de cromos, ¿alguien me cambia a Lalas por Mazinho? Ni dios, claro.

Porcentaje de certeza: asombrosamente alto, para estos menesteres hemos contratado (por obra y servicio y reteníendole lo justo) a un experto en los temas de Weezer, naturalmente su aspecto lo delata: barba, habla idiomas, tiene conocimientos enciclopédicos sobre la stand-up comedy anglosajona, lleva gabardina y si te siguiera con un periódico abierto con dos orificios para los ojos no llamarías a la policía, al fin y al cabo ha mejorado: antes también llevaba gabardina y nada debajo... Si nuestro experto ha conseguido esta información vamos a muerte con él, total Rivers nunca nos concedería una entrevista. No perdemos nada.


Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verleín





P.D.: una cosa más, si alguien está interesado en que Garajeland comprobemos la veracidad o no de una leyenda urbana del rock, déjenos su comentario y su pregunta. El departamento de investigación (ya saben: el señor bajito y el de la guía de teléfonos) estarán encantados de trabajar, para variar.
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