sábado, 25 de octubre de 2008

Cuando el infierno se congele ( I )

Nuestros incontables visitantes nos han requerido cambios en Garajeland a no más tardar. Nosotros no hemos puesto manos a la obra, de tal forma que pronto se verán algunas novedades, incluyendo un cambio de sexo de 61&49, nuevas secciones, algún retoque en el diseño y una performance en alguna plaza de pueblo de esta España nuestra que mezclará la experimentalidad del casero de El Nota con el reparto de "Un tranvía llamado Deseo" que protagonizaba Marge en Los Simpson.

Una de esas novedades la están leyendo en estos momentos. (ruidos de fanfarria, por favor). Les hablamos de 'Cuando el infierno se congele', sección en la que citaremos a aquellos grupos cuyas posibilidades de reunión son tan sólidas como el hielo quebradizo. Las reglas son claras: grupos de los que hace tiempo se pide una reunión con el fin de dar un concierto o varios; cuyos miembros se encuentran en buen estado de revista o sus sustitutos sean competentes (por ejemplo, una reunión de los Beatles con nuestro querido Bertín Osborne en el lugar de Lennon y con el que canta de Café Quijano no entraría dentro de esta categoría, pero sí en la de mejores pesadillas imaginables) y que con un poco de fe y unos cuantos perejiles en el San Pancracio de turno pudieran cumplir nuestros deseos.

Una vez expuestas las normas, sólo nos queda explicar el nombrecito de la sección. Todo viene por los Eagles, que en 1980 se separaron definitivamente (para regocijo de El Nota) los periodistas (culpables de todo lo que pasa en esta vida) no dejaban por aquel entonces de preguntarles a los miembros del grupo cuando se reunirían de nuevo. Don Heanley, uno de ellos, harto de chorradas variadas sentenció la posible vuelta con un: "cuando el infierno se congele". Como el destino (y el dinero) cambian las opiniones de todos, los Eagles se reunieron en 1994 para grabar un disco que tenía que llamarse lógicamente: 'Hell Freezes Over' (el infierno se congela). Vayamos al lío, porque los primeros invitados a esta fiesta (qué fantástica fiesta qué diría Raffaella Carrá) son...


The Kinks

La última vez que vimos en un escenario al grupo a la cabeza fue hace más de 10 años. Las perspectivas no parecen muy halagüeñas, ya que no sacan material nuevo juntos desde 1994, no hay ninguna discográfica que les quiera contratar y el Davies menor (Dave) hace poco declaró que lleva seis meses sin hablar con Ray, el mayor; ya saben la típica riña por haber grabado encima de la cinta VHS con el partido de la NBA de los sábados de la mañana.

Parecen tan amiguitos, pero un segundo después de tomar esta foto los cuatro se pusieron a darse golpes como si estuvieran en el parlamento japonés

¿Por qué se podrían reunir?

A esta pregunta siempre se podría responder con la misma respuesta: por el dinero. Así que naturalmente tendremos que esperar a que una promotora de conciertos haga una jugosa oferta a los Davies. En un plano más personal, todo el mundo sabe (incluido los propios implicados) que se necesitan más de lo que creen. Aunque Ray y Dave no se aguanten necesitan grabar juntos, qué sentido tiene el Correcaminos sin el Coyote o los charcos sin unos zapatos a estrenar. Junto con Pimpinela son una de las parejas indispensables del mundo musical.

¿Por qué no lo han hecho ya?

Simplemente porque si dejas a los tres miembros que más tiempo han estado en el grupo: Ray Davies, Dave Davies y el baterista Mick Avory en una habitación con la puerta cerrada durante un minuto, al volver a abrirla habrá algún muerto en esa escena. Ray y Dave tiene una de las relaciones de amor/odio más longevas del historia de la música (como bien retrata el propio Dave en su autobiografía 'Kink', cuando dice su hermano es un tacaño, cruel, miserable y perverso buen escritor de canciones. También comenta que él fue abducido por extraterrestres, pero eso es otra historia). Por otra parte, el lanzamiento de partes de la batería de Mick a Dave se convirtió en deporte olímpico en los conciertos de los Kinks, aunque parecen que últimamente han apartado las diferencias. Pese a todo, Dave fue el último en negar una posible reunión. Conclusión, la de siempre: no digan nunca de esta agua ni beberé ni este cura no es mi padre, pero aplicado al grupo paradigma del Swinging London.

Aquí, una rara actuación del grupo en la televisión alemana

Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verléin

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jueves, 23 de octubre de 2008

El Club de la Pirindola (I)

NRBQ

Agrupando un poco los grupos que nos gustaban pensamos que ya estaban localizados los que hacían Pop, los que tocan con instrumentos o los que hacen una canción repitiendo una palabra (espera, ese sólo es Pau Donés). Lo que no quedaba claro es donde poner a los auténticos reyes de la música, aquellos que son capaces de sacar un disco con raíces en pleno movimiento progresivo, volver en la era del punk con un poco de Merseybeat o resumiendo: simple y llanamente hacer música como les da la real gana. Así nace nuestro particular club de la pirindola, del que todos los lectores podéis ser partícipes con vuestros elegidos. Hoy toca hablar de los NRBQ. No siga las instrucciones, y en caso de duda, nunca recurran a los cuarenta principales.

Composición: Como bien indica el nombre completo (New Rhythm and Blues Quartet) grandes toneladas de R&B, Rock and Roll y las mejores raíces americanas. Un poco de cerveza fría y melenas medio limpias. Mucho humor y energía. Pero sobre todo, dosis elevadas de diversión.

Indicaciones: Cualquier ocasión en la que se encuentre deprimido (seguro que vuelve a animarse). Si le han regalado unas nuevas zapatillas de andar por casa y necesita darlas de sí rápidamente con una par de brincos. Si padece o ha padecido rinitis o urticaria.

Posología: Aplicar dosis habituales de un comprimido por vía auricular, o por vía oral si tiene un refrigerio a mano. Si es menor de 16 años duplique la dosis, quedará inmune ante futuros imprevistos.

Contraindicaciones: No se aproxime a uno de sus discos si no le gusta tomar una cerveza en el bar de Moe o es un tenaz seguidor de Lluvia de Estrellas. Ni se acerque. Corre serio riesgo de que sus pies se vuelvan locos y empiece a comprender porqué la nueva cantante de la Oreja de Van Gogh es igual de sosa que la anterior.

Nuestros agradecimientos más profundos a los lebreles de Con Patillas y a Lo Loco, el mejor programa de radio de tierras azudenses, por dejarnos un estupenda recopilación de los NRBQ. No sé que hariamos sin sus enseñanzas garajeras.


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domingo, 19 de octubre de 2008

Contacto con tacto (III): The Posies


The Poises
Sala Heineken (Madrid) - 07/10/2008

12 lecciones de puro power pop



Imaginen esta escena: una versión de ustedes mismos (más guapa, lozana y con una mando a distancia para apagar gente indeseable) en un desierto, tropezón que te crió, mirada furtiva al suelo maldiciendo tu suerte y qué te encuentras: una lámpara con el genio de Don Limpio dentro (ahora comprenderán por qué Steven Spielberg no aporrea mi puerta suplicándome que sea su guionista). No sé el resto de la muchachada, pero en mis cinco deseos principales estaría sin duda un concierto de los Posies, donde los buenos de Ken y Jon se dedicaran a dar guitarrazos a diestro y siniestro y de paso repasaran uno de los mejores y más infravalorados discos de una época en la que cada día triunfaba un género nuevo, ahora el Grunge, luego brit-pop, etc. Me refiero al Frosting On the Beater, una obra maestra que no puede faltar en ninguna discoteca al lado de la cinta de chistes de Eugenio y el disco regalo de Soberano. Pues bien, si no llega a ser porque ese martes tenía a mi lado a 61&49, a la sazón mi hermano de ojete, en vez de Krusty el payaso (sí, como Bart sueño que Krusty y yo ganamos la Superbowl) diría que estaba cumpliendo mi fantasía con creces.

La cosa pintó bien desde el primer momento, con Ken Stringfellow pintándose las uñas de negro (a juego con sus pantalones rosas y su cadena punkera) justo donde a la salida tanto él como Jon Auer te vendían discos, vinilos y repartían autógrafos al grito de: "quién me compra un single en vinilo que estaba guardado en el armario junto con las enaguas de la abuela". Al ver a Stringfellow allí no sabías si darle un abrazo por escribir 'Solar Sister' o señalarle el reloj para que no sucediera lo de su última visita a España (sólo llegaron dos horas y media tarde). Naturalmente, nosotros hicimos mutis no fuéramos culpables de que se cogiera el cesto de las chufas y dieran otra espantada.


The Posies¿El de los pantalones rosas es Ken Stringfellow o Jaime de Marichalar? Hay preguntas que es mejor no hacerse


A las 21:45 hora arriba, ahora abajo los cuatro aparecen por el escenario y con un irónico: "Los Posies se alegran de estar aquí (pausa valorativa) a tiempo", comienzan con 'Dream All Day' (que sonó algo menos poderosa de lo esperado por problemas en la caja de la batería), seguida como no de 'Solar Sister', que si tuvo la mezcla perfecta de contundencia, lirismo pop y letra enigmática, todo eso que la convierte en esa canción que no te puedes quitar de la cabeza. Tras 'Flavour of the Month' chispeante, con ese estribillo que condensa todo el pop en dos frases, el objetivo estaba cumplido si mirabas a las caras de los presentes. Los Posies saben tocar todos los resortes para tener al público a sus pies, pero además, en este concierto, tenían mucho camino hecho: empezar con la santísima trinidad del Frosting es sinónimo de triunfo en cualquier aspecto de la vida (prueben ustedes a aprendérselas y colarlas en una futura entrevista de trabajo). A esas alturas, El concierto, sin sorpresas al seguir el listado del disco, tenía los suficientes alicientes (un nuevo adorno de guitarra, coros nuevos...) en las canciones como para que todo el mundo disfrutara con ellas, tanto si las tenía ya en un altarcito, como si era su primera toma de contacto. Después de 'Love Letter Boxes', Los Poises hicieron un pequeño parón para hacer unas reflexiones al público y para que Ken afinara la guitarra (su Grestch Duo Sonic tendría que revisada unas cuantas veces), momentos que se rellenaban con un voto a favor de Tina Fey (cuyas imitaciones de Sarah Palin en 'Saturday Night Live' están haciendo replantearse a la gente quién es la verdadera y quién su sosias) o improvisando una versión del 'YMCA de los Village People, Ya ven, los Posies, tan versátiles que podrían ir sin problemas a un programa de José Luis Moreno, siempre que Jon y Ken quisieran meterse en una cama en plan Matrimoniadas. Ya que sacamos el tema, no sabemos si esta pareja estará bien avenida, pero en el escenario se complementan con pasmosa facilidad: Jon se queda quietecito en su sitio (aunque se mueve bastante para su cuerpo tipo XXL) y saca todo el jugo posible a su guitarra, como demostró en una -aún más psicodélica que en el album- 'Burn and Shine'. Ken, por su parte, pone el contrapunto espídico, dirigiendo la parte espiritual del grupo a través de una suerte de coreografía - a saber- salto, guitarrazo y escupitajo y vuelta a empezar. De esta guisa y brillando especialmente con las voces de 'Earlier than I expected' o '20 Questions', el ambiente ya estaba bastante caldeado. En esas, el bajista (Matt Harris) y el baterista (Darius Minwalla) abandonaron el escenario para que la versión powerpopera del gordo y el flaco cambiaran el rugido de las anteriores canciones e hicieran fluir 'Coming Right Along' a dos voces, piano y guitarra. La canción es el broche perfecto al Frosting (la número 12) tan aparentemente desnuda como punzante. En su versión en vivo sonó más intensa y cruda si cabe, cortesía de una orgía de efectos de sonido y cuerdas rotas de Jon Auer.


The Posies MadridUn miembro de la expedición garajelandera llamaba cariñosamente "el abondiguilla" a Jon Auer. Algunos rumores indican que está siguiendo la misma dieta que tan buenos resultados ha dado a los Pixies...


Así acabó la cosa, o al menos eso es lo que parecía, porque aún quedaban los bises, unos cuantos hits del Amazing Disgrace, la gran continuación del fundamental Frosting On The Beater. La cosa se desmadró y los Posies parecían disfrutar: el bajista, quien toda la noche había tenido un "gran afán de protagonismo" (nótese la ironía en estas palabras) se aventuró a hacer unos coros, mientras que Ken bajaba a la platea y disfrutaba con el público hasta donde el cable de la guitarra le permitía. Al final, todos contentos: los asistentes pudiendo disfrutar de una obra maestra atemporal de la música pop, tocada por algunos de los músicos con más talento de la década anterior, los "artistas con pelo de Hollywood" hicieron caja con los discos y recibieron parabienes y nos consta que un señor de Murcia consiguió hacer la partida perfecta al Monopoly. Los Posies son distintos, son capaces de subirse a la chepa de un gerente de una sala de conciertos por no dejarles tocar más, de tomarse un platos de garbanzos con chorizo a las seis de la mañana y, también, de crear un disco tan clásico y distinto a lo que se oía en 1994 como Frosting On the Beater. y no darse ninguna importancia. Así son los genios.

Weisse, 61 & 49 y Tomás Verléin Leer toda la historia y tal…

jueves, 16 de octubre de 2008

¿Alguién ha cogido las llaves del garaje?



The Fabulous Wailers - The Fabulous Wailers At The Castle (1962)


Vamos a empezar esta historia con un ejercicio de imaginación, cojan la Cervical Relax y acomoden el respaldo del trabajo, echen la cabeza atrás, y si pueden cierren los ojos sin dormir la siesta. Bien, ahora intentamos imaginar una postal de California, recurrimos a los fidedignos Vigilantes de la Playa y no podemos sino imaginar soleadas playas, donde chicos rubios y chicas rubias de amplios senos se pasean patinando junto al mar. Un ambiente propicio para formar grupos de música y charangas variadas, desde luego. Ahora desplazamos nuestra mente unos cuantos kilómetros al Norte, al estado de Washington y en concreto a la ciudad de Tacoma. ¿Alguna imagen en su mente? Seguramente nada. Como mucho podemos imaginar que llueve mucho, que hace frio, y que preparar una barbacoa en el 742 de Evergreen Terrace no es una utopía. Para ser justos, y poniendo una mano en el pecho como en el coñazo del desfile, aseguramos que a principios de los sesenta esta pequeña ciudad tenía una de las escenas musicales más salvajes, febriles, enérgicas y demoledoras del momento.

Algunos (seguramente muy pocos) no le habrán hincado el diente a lo que ya contamos sobre el primer disco de los Sonics en este bloc. Un disco especialmente salvaje y chillón, e imprescindible en toda estantería con gusto por enciclopedias que no se consultan y recuerdos turísticos de Segovia. Desde luego, los Sonics no salieron de la nada, ya sea su sonido o su contrato discográfico. Para resolver la búsqueda de sus primeros pasos hay que recaer en otro grupo de Tacoma; formado por cinco peluquines con cierto apego a sus instrumentos y por la influencia del mejor Rock & Roll llegado de los cincuenta. A saber: Little Richard, Chuck Berry, Bo Didley, Fats Domino y la plana mayor del club del Misisipi.

Estos vividores se hacen llamar The Fabulous Wailers, y en el cambio de década de los cincuenta a los sesenta no hay grupo por la zona del Noroeste que no vaya a ver sus actuaciones o intenten tocar en los conciertos como hacen ellos. Su popularidad por la zona es notable, sus canciones instrumentales hacen vibrar hasta Ortega Cano en Mira Quién Baila, alguno de sus singles ya han llegado a oídos nacionales, pero el futuro es incierto por (sorpresa) falta de contrato discográfico. Como se suele hacer en momentos de crisis, nada mejor que buscar soluciones con una buena cumbre repleta de canapés. La propuesta ideal es clara y concisa: crear un sello discográfico propio y seguir la premisa que tuvimos muchos hasta que crecimos un poco, “háztelo tu mismo”. La idea es tan buena que nadie la apoya, y es gracias a Buck Ormsby (bajista del grupo) y a un amigo cantante de éste llamado Rockin’ Robin Roberts que nace el nuevo sello discográfico con el que se publicarían los discos de los Wailers y a la postre muchos grupos de la zona noroeste, “Etiquette Records”.

En orden: Dangel, Burk, Marush, Morrill y Greek enseñando al público un baile español llamado "Paquito el Chocolatero"

En estas, con el sello discográfico creado, urge grabar un álbum completo. Animados por la idea del nuevo álbum se deciden a grabar un disco en directo, concretamente en un club de Tacoma bien conocido por las farras nocturnas y que recibe el nombre de Spanish Castle (probablemente el mejor homenaje a este país después del disco de Tony Genil “España cuanto te quiero”). La banda que se subiría a las tablas estaría formada por el citado Ormsby al bajo, Rich Dangel con la guitarra, Mike Burk en la batería, Mark Marush al saxo y Kent Morrill en pianos y órgano. Para los acompañamientos vocales se rodean del viejo amigo Robin y Gail Harris, cantante de voz profunda que empezó a berrear con los Wailers a una edad semi-legal de trece años y que seguiría con ellos durante buena parte de los sesenta. Si lo desean, podemos imaginar lo que estábamos haciendo nosotros con trece años.

El concierto en el castillo comienza arrollador, una intro instrumental llamada “Wailers House Party” para seguir con el clásico garajero “Dirty Rober” y el alarde blues guitarrero de Rich Dangel en “So Ho Zay”. Robin Roberts aparece en sus canciones “Rosalie” o “Since You Been Gone” y la locura llega con la concatenación de instrumentales donde el grupo raya a una altura de vértigo; la batería en “Shivers” o “Sac O´Woe”, el sucio saxo y el piano en “Tall Cool One” (una de mis favoritas) o todo el grupo en “Limbo Twist” donde parecen un tren que no descarrila jamás. Para el fin de fiesta aparece Gail Harris, arrolladora en las versiones “All I Could Do Was Cry” e “Idolize You” con una voz que dejaría los cimientos del local tiritando. Para concluir el disco, una versión de Ray Charles cantada por Rockin´ Roberts, “Mary Ann”; y el clásico “Louie Louie”, convertida precisamente por los Wailers en el ritmo Rythm & Bluesero que hoy conocemos y que muchas bandas imitarían, en especial los Kingsmen que gracias a su versión serían los que se llevarían el bacalao del éxito y el dinero.

El disco funcionó bien de ventas, pero la mayor huella del grupo quedó con sus actuaciones en directo, para grupos como los Sonics, Paul Reverve y sus Raiders o a Jimi Hendrix, que no se perdía una de los Wailers y acabaría dedicando una canción al estallido garajero de aquellos tiempos con “Spanish Castle Magic”. Las bases de lo que debe ser el garaje quedan asentadas, y los cinco fabulosos serían los arquitectos sonoros del Pacific Northwest. No sabremos hasta donde habrá alcanzado la sombra de los Wailers, quizás hasta el inicio del punk, quizás hasta el grunge, quizás hasta…; solo los grupos que se declaran seguidores de los Wailers y la escuadra de Etiquette pueden decirlo.

Desde esta página tan chula (lamentablemente en cierre) se puede descargar el disco. Y desde aquí también. Su escucha es obligada.

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viernes, 3 de octubre de 2008

Conversaciones insustanciales sobre música (III)

Volumen house-progressive: Oye, pero eso no lo conoce nadie!?

Continuamos con una nueva continuación de esta saga sin precedentes en garajeland. Si ya hablamos de lo difícil que es hacer un regalo vinílico, hoy nos enfrentamos a una metamorfosis aún mayor que la de los Power Rangers, realizamos una secuela a eso de ¿Qué música te gusta?, retomando el tortuoso camino que supone responder a tan osada cuestión. Por eso nos preguntamos que hay que hacer si una vez expuestos tus gustos te contestan: "pero eso no lo conoce nadie!" todo dicho con inconfundible cara de haberse comido un pistacho pocho. No te sorprendas ante este hecho, el periodismo y la nueva forma de interrogar a hecho mucho daño a Ana Rosa Quintana (¿o era al revés?). El caso es que sin saber muy bien porqué, a la gente le encanta mirar a través de unas poderosas gafas, que a cambio de que te vean desnudo, te observan como a un señor que viste pantalones en las orejas y chancletas de los snorkels, eso o cualquier personaje que tenga en el cerebro un diseñador japonés.


Solo un pequeño detalle diferencia a gente con mala uva del buen pacifismo



Hemos estudiado debidamente tan incómoda situación y asegurando que en ese momento llevamos pantalones para al menos meter las manos en los bolsillos, hemos intentado localizar alguna salida viable para nuestra defensa. Como somos pacifistas (Tomás, El Nota, Smokey y servidor), nos ha costado no recurrir a la violencia para tratar tan delicada situación, y para ser justos con la gente que nos quiere y nos rodea hemos subdividido en dos a los colectivos con los que vamos a tratar; el segundo comprende a la gente de confianza (mi madre no deja de acusarme de comprar música desconocida), el primero responde al nombre de "gente a la que te presentan y olvidas su nombre una vez vuelves a parpadear".

Un grupo de músicos intenta explicar la influencia del blues en el Rock. ¿de que me suena esa cara?

Grupo de gente desconocida. 1: Zarandeo leve al personaje, ojo, sin poner la cara de "Homer sin cerveza pierde la cabeza".

2: Explicar que el hilo musical de El Corte Inglés reproduce canciones muy acordes a tu colección pero que nadie explica su procedencia mientras visitas la sección de perfumería.

3: Explicar de modo hiperbólico y parabólico como la yuxtaposición de xilófonos en la música progresiva a hecho daño al pequeño comerciante bengalí, eso, o cambia de tema sin que se note.

Grupo familiar y amistoso. 1: Zarandeo leve, en este caso pon la cara de loco que quieras.

2: Realizar una copia pirata, en mp3, codificado a 64 kbps de los clásicos Anuncios de televisión, Locos X la Tele y Crónicas Marcianas, haciendo un redondel en aquellas canciones que creas significativas para su escucha.

3: Pasar del tema con nocturnidad y alevosía, que para eso hay confianza y eso siempre es algo de lo que hay que aprovecharse, de eso, y de pedir una tarta el día de tu cumpleaños.

Y después de este briconsejo, pasamos a la sección patrocinada por Leroy Merlin.

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