jueves, 21 de abril de 2011

Semana santa: esa época de torrijas, los Shins, o un disco de Elliott Smith.

Elliott Smith - Either/Or y The Shins - Oh, Inverted World

Llega la semana santa, y con ella nuestra habitual reflexión primaveral: ¿El cuerpo nos pide un disco optimista o por el contrario se hace necesaria la escucha de otro más introvertido? Cosas de ser una continua contradicción en mi mismo elegiría siempre la primera opción salvo los días en los que escogería la de hacerse ovillo y ponerme una sudadera holgada para pasar el momento. Ante estas dos elecciones, dos discos a destacar hoy: el primero Oh, Inverted World del grupo de Alburquerque (donde se quieren llevar los Átomos de Springfield) The Shins; del otro lado el intimo Either/Or de Elliott Smith.


La mano izquierda aquí y la mano derecha allá, si ahora tengo otro teclado detrás me convierto en Nacho Cano.


Si durante estas fechas eres de los que se emociona mirando el brote de las hojas de los árboles, bajas a pasear por el carril bici de tu ciudad cuando sale el Sol, las torrijas se convierten en un modo de alimentarse (y bien), y además esbozas una sonrisa cuando bajas a la calle sin paraguas y te cae un repentino chaparrón (y esto no me ha pasado hace unos minutos), tu elección se decantará por los Shins. Grupo de exquisitas melodías pop, optimista en su mayor tiempo y algo melancólico cuando hace falta. Las composiciones del bueno de James Mercer siempre navegan entre las armonías vocales y el soplo del aire fresco psicodélico para entregar un disco de debut pegajoso e inmediato que hará las delicias de los que quieran ser una persona mágica que habita en el país de la piruleta. En cierta película Natalie Portman decía “los Shins te cambiarán la vida”, no sé si tanto, pero pueden arreglar una cara de cartón en media canción.



En garajeland siempre apoyamos el chapuzón seguro, tanto o más que ponerse unos bañadores que se pondría el mismísimo Marichalar



Por el contrario, estás hasta las narices de estornudar por las alergias, ir al campo a ver en su hábitat natural a la ardilla reticulada es tu peor enemigo, las torrijas se te han quedado secas, te has jorobado el hombro cargando con una Virgen que ni siquiera ha pasado por tu casa a saludarte, o simplemente quieres hacerte una bola y sentarte en el sofá con una manta sobre la cabeza sin que cubra tus pies. En este caso Elliott Smith colmará tus exigencias sobradamente. No entraremos en detalle del fatal desenlace de este introvertido genio que dejó una discografía más que aprovechable, sólo decir que Either/Or es una muestra de ello, canciones casi nocturnas, otoñales más que primaverales (aunque esto admite excepciones o el post se va al garete) y conmovedor si éste se cuela por alguna zona sensible del oyente. ¿Qué el disco es tristón? Sí, y mucho, pero no por ello hay que abandonarlo como a aquellos calzoncillos largos con tirantes que ocupan el fondo del armario.

Elijan o no, quédense con ambos, puede ser un poco raro escucharlos a la vez, pero ya saben que con dos altavoces todo es factible, y si no que se lo digan a los cachivaches de la feria en donde el estéreo toma otra dimensión.


Servidor: Megaupload. Contraseña: peluquin


$$$Pincha & Either$$$ $$$Pincha & Inverted$$$




Leer toda la historia y tal…

miércoles, 13 de abril de 2011

¡No puedo creer que lo hayan inventado! (III)




El Spotify, rimas y leyendas




Si esto fuera un blog que reverenciara a los Simpsons sobre todas las cosas ("oh, casualidad, no buscada aliada") podríamos decir sin temor a equivocarnos que Rasca y Pica, la sacrosanta metaserie contenida dentro del mundo de Homer y compañía, encierra en sus metrajes de corta duración todo el conocimiento humano que se puede asimilar de una tacada. Su sabiduría es tal que incluso han conseguido que yo viera la luz, aunque fuera a costa de ver una y otra vez este episodio mientras a mi alrededor, la señorita Weisse y mi numérico compañero movían dos pancartas con las palabras: "Spotify" y "evolución". Tras un rato de zozobra, otro de desesperación de los que sostenían los carteles y una rápida consulta a un libro de ciencias naturales de 4º de EGB llegué a la terrible conclusión: El Spotify hubiera conseguido que Darwin se mesara la barba, (todo grande pensamiento viene siempre dado por este gesto) y dirigiéndose a los listos de la época les hubiera espetado: "sactamente".


No se fíen, estos dos traman funestos planes contra el Cuco, el Bobo y el Zarapito





Dicho lo cual, en Garajeland hemos perpetrado este pequeño texto sobre lo que consideramos importante de esta nueva forma de escuchar música sin sacarla de la funda primero.


Guías "Sr.Mcmazo". Hoy: el Spotify



1) ¿Qué diablos es el Spotify?



Dado que se utiliza en un ordenador, que hay que instalarlo y que necesitas un ratón o un teclado para usarlo sería sorprendente que no fuera un programa para eso, para el ordenador. Una aplicación que te permite tener acceso a un catálogo musical de canciones musicovocales de ayer y hoy (ahora es cuando si me sale bigote me convierto en José María Íñigo). ¿Qué más hay que saber? Pues que te permite escuchar música al momento (más o menos), que es gratis (otro más o menos) y que el logo es verde (esto sí que sí).


Para hacer uso de él, no hace falta levantar a pulso un paso de Semana Santa, como pensaba 61&49, tan solo hay que descargarlo desde su página. Antes también era necesario que alguien te mandara una invitación, alguien que solía ser tu mejor amigo. Ya saben ustedes que los que te proporcionan las adicciones en este mundo suelen ser siempre los más allegados, ya saben aquello del ¿tú también, Bruto?





2) Primeros pasos


De acuerdito, ya está instalada la cosa. ¿Y ahora? Pues lo que recomendaría el Doctor Bartolomé Beltrán: probemos a buscar nuestra música favorita. Empecemos con algún grupo semidesconocido, de carrera irregular y que probablemente tuvieron un boom y luego ya pasaron a ser un Jaime Bores cualquiera. Verbigracia, los Beatles. Bueno, pues piénselo otra vez porque no hay ningún disco de los Fab Four en la base de datos. Antes de arrojarse por la ventana después de cantar cumpleaños feliz, pueden intentarlo con otra medianía tipo Led Zeppelin, de los que tampoco queda rastro alguno. A cambio hay tantos recopilatorios de Elvis Presley que es difícil no encontrar la canción que se andaba buscando. Y esa es la clave, que hay que buscar. Lo bueno es que aquí también contaremos con la ayuda del "quizás quiso decir", amigo inseparable para aquellos que hicimos muchos cuadernillos Rubio, pero nos faltaron las ediciones adaptadas al teclado.



Así es como nos ven en Spotify, pero se equivocan, mis articulaciones no son tan flexibles




Vale, entonces la clave es buscar (muchas veces te llevas sorpresas inesperadas, como encontrar a grupos poco conocidos y favoritos de este blog, como The Scruffs) y cuando encontremos algo que nos satisfaga, lo arrastramos a nuestra lista. Al mismo tiempo, cuando siempre podremos probar la opción: 'artistas similares'. Una característica que comparte la eficacia de aquel mito griego que te permitía ver el Plus con una antena hecha de papel de plata sujetada por tu hermano en ligero escorzo. En realidad, no es que no funcione, es que es todo demasiado autoreferencial (caramba, como este blog): eliges a los Real Kids, pinchas sobre The Dictators y cuál es el primer grupo que recomiendan... un carrusel que sólo satisfará a los amantes de las emociones fuertes tipo el tren de la bruja.


3) El concepto de lo aleatorio


Seamos sensatos, la aleatoriedad del Spotify es tan discutible como la representación pictórica de la dignidad de Kirk Van Houten. Hagamos una prueba empírica: dejen puesto el programa en una sesión de 3 horas; se supone que la probabilidad de que se repita una canción estaría pareja a que por está puerta apareciera Scarlett Johansson desnuda y con un maletín de billetes no consecutivos en las manos ( pausa del autor esperando el milagro), pues como si estuviéramos en una película de Iñárritu, la casualidad parecer ser lo habitual y puede darse el caso de que un grupo suene dos veces y sólo hayas escuchado dos canciones. Si creen que exagero, deberían haber visto mi cara tras sufrir por duplicado el Guantanamera de José Feliciano en cuestión de 10 minutos. En el momento que eso ocurre comienzas a creer en todo: en el heliocentrismo, en la zona-press de Aito y en que es solo un pinchazo y no va a doler nada. "Lo aleatorio y Spotify", cuando quieran hacen una tesis, me tendrán en primera fila tomando notas.



4) La publicidad


Más de 500 años de perfeccionamiento de las técnicas de tortura empleadas por la Inquisición Española (orgullo patrio, no me lo nieguen) han tomado forma, una muy perfeccionada, en el sistema publicitario del Spotify.


Supongamos que te toca explicarle a alguien en qué consiste el Spotify a una persona que nunca ha oído hablar de él, si les dices que el truco para escuchar música gratis es que: 'de vez en cuando se interrumpirá por cuñas publicitarias de 30 segundos', seguramente te contesten: 'no suena mal'. En ese momento, y no otro, es cuando los corazones se rompen y el Necromicón empieza a sacar muertos de las tumbas. En teoría unos pequeños cortes de publicidad por tener gratis todas las canciones del universo conocido parecería un trato más que justo. Les diré dos cosas acerca de esto: en teoría funciona hasta el comunismo, como dijo Homer y que pregunten sobre tratos a un tal Fausto, se ve que él hizo uno que también pintaba bien.


Él también pensó que lo de "ponerle el Spotify" significaba otra cosa


Sí, la publicidad es un peñazo. Es el modelo de la empresa y, si no lo es, debería serlo porque acaba por obsesionarte tanto que eres capaz de pagar por la versión premium e incluso, si es necesario, de donar a varios familiares a la ciencia para eliminar los anuncios. Si este estímulo condicionado no se estudia en las facultades de psicología de todo el mundo es que estamos perdiendo definitivamente el juicio. ¿Y por qué creo que la publicidad del Spotify podría unir al mundo frente a un enemigo común? Porque es malvada, pero con un nivel de maldad que deja a varios de nuestros más queridos dictadores de república bananera en malos de opereta. ¿No me creen? He aquí la tipología de los anuncios del Spotify que pueden aparecer entre, pongamos, el Mistic Eyes de Them y el Love & Happiness de Al Green:



1) Uno propio del Spotify: que suele venir acompañado de un señor locutor, probablemente con bigote, que te cuenta alguna característica de la aplicación. La cuña es perfectamente odiable desde el principio de la misma, porque todas ellas empiezan con un "hola" enunciado con un tonillo que se te queda inmediatamente pegado a tu cabeza y que comienzas a escuchar por todas partes. "Hola" en la frutería, "hola" en la cola del autobús, "Hola en cualquier sitio". Tras un par de días tu estado es parecido al de Homer con la "MOUdista" y al que MOudruga, Dios le ayuda.



2) El de los nombres cambiantes: en este apartado tienen cabida cualquier artista que tenga un politono entre los tres más descargados de España. Lo divertido del caso es que el anuncio vuelve siempre que habrías logrado olvidarte de él y, lo que es mucho peor, que te lo conoces tan bien que notas si han cambiado algo. Yo he sido víctima de tal proceso, tras cerciorarme de que Floraida (que no, no es una chica) cambió su nombre al mes de anunciarse en Spotify por Florida. En realidad, en ambos casos se referían al maromo de la foto, aunque yo en principio me pregunté si no sería un homenaje a Florinda Chico que nos dejó hace bien poco. En cualquier caso, conocerse al dedillo una publicidad y saber quién este señor ya es motivo suficiente para amargarnos el día. Si no me creen, prueben a poner su nombre en Youtube y, si no perdieron el valor como el león cobarde de "El Mago de Oz" , denle al play.




3) El de "Melendis": el Anibal Lecter de los anuncios del Spotify. Que alguien te obligue a escuchar el nuevo single de nuestro querido artista (antes con rastas, ahora con flequillo alisado) es ya de por sí un gran acto de crueldad; que lo hagan 3 y 4 veces en el día sin avisar es para que abran diligencias en la Haya. Si desconocen el significado y alcance de estas palabras: "Yo subo como la marea, yo bajo como la tensión" o no les han chirriado los dientes ante tanto verso libre pleno de talento: "mis sentimientos van en chándal, los tuyos visten de Dior" les diría que no se preocupen más: su vida es plena y feliz. No sé si las ventas del disco de Melendi subieron tras los anuncios en Spotify, pero sé de buena tinta que mucha gente pasó de la total indiferencia a pensar en formar parte de la antigua y mística sociedad conocida como los No-Melendi (con sus monos interpretando la batalla de Gettysburg y todo). Incluso hay un caso documentado por la benemérita que habla sobre un hombre que responde a las iniciales T.V. y que tras escuchar por cuarta vez en el día, tuvo una reacción parecida a la de Begbie en Trainspotting




Declaraciones de Melendi a Garajeland: "Yo siempre a tope con lo mío"


Así que ya saben, aquí les dejamos esta guía que seguramente no les haya aclarado nada (la especialidad de la casa), pero que esperamos les sirva para comprender mejor a los que piensan en "Spotify" como nombre de sus hijos y esos otros que lo ponen a la altura de una colección de cuadros de payasos tristes o como fuente de toda la depravación, protervia y malicia de nuestro universo. Desde Garajeland recomendamos usarlo con mesura, siempre acompañado por un vinilo bajo el brazo y, preferiblemente, con una recortada y una motosierra a prudencial distancia. Antes de dar al play recuerden este mantra: "mi nombre es Ash, electrodomésticos". Ha salvado vidas.


Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verlein

Leer toda la historia y tal…

sábado, 9 de abril de 2011

7´´, 45 r.p.m. y un pequeño trozo plástico: Lyres



Don’t Give It Up Now / How Do You Know?


Sección en formato reducido que no hace otra cosa sino demostrar que la utilizamos cuando no tenemos tiempo para una en tamaño normal o extra jes extender cuando nos da por alargar un poco la tecla; o lo que es peor, también es utilizada cuando no fluyen ideas, es decir, algo que ocurre la mayor parte del tiempo del calendario juliano por el que nos guiamos. Se nos ve el peluquín, y mucho.

No obstante, todo el texto anterior podría invertirse por un comunicado en el que defendiéramos esta sección como una pequeña delicia, más si en ella se incluyen a los enormes e imprescindibles garageros de los Lyres. Afamado grupo bostoniano del revival ochentero, surgido de las cenizas de los extintos DMZ, en el que Jeff “Monoman” Conolly lidera a todos y cuantos músicos toquen tras él en ese momento. Lo de Monoman que yo sepa no es por su aspecto simiesco, sino por una habilidad sin par para tocar con una mano el órgano Vox que siempre le acompaña, agitar la pandereta con la otra, cantar con la boca, mover la cabeza a ritmo del cuaternario, un pie girarlo en sentido contrario a las agujas del reloj, y en sus ratos libres entre canción y canción tejer una bufanda de ganchillo según sea de fresca la ciudad en la que toca. Tan apañado él como su fama de tipo de complicados modales sociales.

Singles como éste, entregado por Dirty Water, demuestran que existen ocasiones en las que es muy complicado saber cual es cara A, y cual es cara B. Me inclino por “Don’t Give It Now” como primera opción, aunque no descarto cambiar de idea si el viento sopla del Noreste e invertir el orden por “How Do You Now?”. La indecisión personificada.

Servidor: Megaupload. Contraseña: 43gambas

Leer toda la historia y tal…

viernes, 1 de abril de 2011

Esos encantadores australianos (3ª): The Orange Humble Band

The Orange Humble Band – Humblin’ (Across America) (2002)

Tercera, y última entrega de la trilogía australiana de los achuchables Mariani/Mather. Ooooooooooooh. Esto podría llegar a ser más traumático que la muerte de Chanquete o el camino a las adicciones tomado por Pancho. El último capítulo queda dedicado a la imprescindible The Orange Humble Band. Puede que sea la mejor de las tres que componen este recopilatorio, o no. Quizás la más entrañable o todo lo contrario. Para uno que escribe, el tener que elegir favorito entre los Someloves, DM3 o estos anaranjados le crearía un cortocircuito cerebral importante, llegando a cruzar ideas salvajemente fuertes como untar el café con mantequilla. Ante esta incapacidad de decisión pasemos a analizar las bondades de este grupo que se hace llamar Humilde Banda Anaranjada. ¿Humildes dicen? Veremos.

La merienda-cena fue un importante activo en la gestación de este disco. Los ganchitos y el plumón de aderezo de Stringfellow fueron simples erratas.


Tras el cierre consensuado de los Someloves, Darryl Mather, otro pequeño genio compositivo aunque de menor producción que Domenico Mariani, forma The Orange Humble Band con algunos modestos colegas. Básicamente estos compañeros son Mitch Easter, del grupo Let´s Active, y más conocido por ser el productor de los primeros REM, Pavement, todo dios del powerpop y de los ya citados Someloves; Anthony Bautovich, que a algunos les sonará de los Lonely Hearts o The Forrester; y Ken Stringfellow, media naranja en The Posies y que ha pasado por los renovados Big Star, REM, Minus 5, y ahora forma parte de The Disciplines. ¿Aburridos de tanto nombre? Sólo unos pocos más. Colaborando a lo largo de los dos discos de los anaranjados nos encontramos (entre otros) con canallas de la talla de Spooner Oldham (Neil Young o Aretha Franklin), Jody Sthepens (Big Star), Jamie Hoover (Spongetones), Dom Mariani, Don Dixon, Jim Dickinson… Creo que el curriculum (o currículo, ya saben que ambas formas están aceptadas aunque ésta última suene raro) de los supuestos humildes queda más que demostrado.


Stringfellow posa arropado con la colcha tejida por su abuela, sabiendo ésta última que iba a publicarse en garajeland.


Los dos discos de la Orange Humble Band son especiales. El primero es tan bueno como degustar la mejor galleta del mundo (la de su portada mismamente). Pop del fresco con algunas de las mejores canciones de powerpop que han sido escritas, como “Down In Your Dreams”, “It Doesn´t Matter” u otro punto de vista del “Can´t Get What You Want”. Humblin’ (Across America) es más ambicioso, aunque no lo graban en Rascapiquilandia lo hacen en los míticos estudios Ardent de Memphis, seguro que la biblia tiene alguna interpretación en la que obliga a grabar allí. Puede que la frescura powerpopera se pierda un poco en pos de composiciones más elaboradas, pero la calidad del disco no desciende no, no es como el paro. Las canciones están grabadas con clase y el mismo mimo que pone la gente que sabe estirar bien la sábana cuando hace la cama y pasa la mano por encima haciendo así… (Bien, creo que no están viendo lo que hago, pero echen imaginación).

Ken Stringfellow se destapa como un cantante espectacular porque en canciones como “Any Way You Wanted It”, “Annie Run Run Run” o “Skyway Believin’” él vale el peso del disco, y lo que se haya pagado por él. No se dejen engañar por la primera canción, un poco plomiza, el resto es deslumbrante, quince canciones divididas en tres partes, salpicadas de instrumentales con instrumentos, y algunas composiciones que pueden llegar a tocar la fibra: “What´s Your Crime”, “On Our Way Back Home”, “Better Just Fake It”, “ListenUp!”… imprescindible álbum para conocer de primera mano cómo se las gastan un grupo de orfebres cuyo cometido en esta vida no fue el de hacerse oír ante grandes aglomeraciones urbanas, era simplemente el de que uno se sentara a disfrutar con canciones de calidad mientras degusta uno de sus líquidos favoritos frente a los altavoces. O eso creo yo.


La producción de Darryl Mather sigue siendo, desafortunadamente, muy lenta (él mismo asegura que nadie quiere poner demasiada pasta para volver a grabar canciones del grupo), no obstante la logística volverá a reunir a los Orange Humble Band (en algún momento), homenaje claro a nuestros amigos anaranjados de tierras levantinas, que nos apoyan tanto que gracias a ellos aun no escribimos las crónicas de discos en el catálogo de ofertas del Hiper Usera, cerrando así un círculo donde las piezas van encajando.

Nota: Para que el placer sea logarítmicamente mayor, pinchen en el segundo enlace donde se encuentran los Bonus de la edición Japo. En mi CD pone tres canciones pero sólo vienen dos. La venganza del peluquín se está produciendo sobre mí.

Servidor: Megaupload. Contraseña: peluquin

$$$Pincha & Hazte Cítrico$$$

$$$Pincha & Naranja Bonus$$$


Leer toda la historia y tal…