miércoles, 19 de diciembre de 2012

Lista obscena de favoritos 2012

Cada año por estas fechas, cuando todo el mundo publica listas con los mejores discos del año, un servidor aún se encuentra con lo indispensable de tres años antes, descifrando como mucho una novedad o dos de las que llegan con cuentagotas (y cuando digo novedad puede ser algo publicado hace meses) mientras además evalúo que en tal listado es increíble que cierto disco ocupe el lugar veinte cuando podría ser mi favorito dos años después de que se publicara. Un lío. Sin embrago, algo ha ocurrido este 2012 que no han parado de llegar frescas novedades, y que como es natural en este ciclo musical, seguirán apareciendo. Por ello, y por primera vez he sido capaz de confeccionar una lista de favoritos (no los mejores, eso se lo dejo a los críticos que de esto saben mucho más) que al menos a mí me resulta casi casi pornográfica. Por ello cada uno tiene asociado un mes, para que en 2013, y reutilizando vuestro calendario ligero “Un fresco 1976 con Marisol” puedan anotar cada uno de ellos si es que aún no se los han llevado a las orejas.

2012, o el año en el que descubrí que Tony Genil seguía vivo (y no es broma macabra).



(12) Miss Junio. The Attention! – Gettin’ All. No podría faltar en un listado hecho en este bloc un grupo de Garage y Rhythm & Blues que visten elegantemente trajeados y graban un vídeo con chicas sesenteras bailando mientras ellos reparten chulería mod por doquier. Los austriacos no son nada novatos en esto, pues su primer disco homónimo también era recomendable, pero es que este es todavía mejor.

 




(11) Miss Septiembre. Langhorne Slim & The Law - The Way We Move. Si algo me fascina es la gente inclasificable, y Langhorne Slim lo cumple pero muy de largo. Hace Folk, toca con banjo, tiene un grupo igual de fascinante, son rurales, lo hacen bien, tiene una voz peculiar, hay contrabajo, moreno de bote, se pueden poner profundos, etcétera, etcétera, etcétera. Ah, y lleva sombrero. Y una vez vio un zepelín. Denle una oportunidad, no dejará indiferente a nadie.

 


(10) Miss Enero. Nick Waterhouse – Time´s All Gone. Aunque ya en la crónica del Purple Weekend di mis impresiones personales sobre un Nick Waterhouse al que no acabo de encontrar afiliación amistosa, su disco tiene calidade incuestionable. Soul oscuro, R&B, y apoyado en que Waterhouse canta bien, toca la guitarra mejor y el grupo del que se acompaña son de todo menos mancos. Dejaré de lado lo bien o mal que me caiga, al fin y al cabo, cuando uno come buen solomillo no se preocupa de saber si la ternera era simpática y daba los buenos días (que me perdone el señor Waterhouse la comparación).

 


(9) Miss Noviembre - Beachwood Sparks – The Tarnished Gold. Uno de los múltiples regresos que van a aparecer en este listado. Sería el más largo si no fuera porque en esto los Redd Kross se llevan sin lugar a dudas el trofeo en forma de premio anual por su sobresaliente labor en el campo de la excelencia del retraso. No obstante, han pasado diez años del último disco de los Sparks y estas esperas suelen conllevar la decepción. No. A mí poco a poco, y cada vez creciendo, este disco me ha conquistado. Country y pop de una suavidad exquisita. Abandonan un poco el lado más psicodélico de anteriores trabajos en pos de la tranquilidad y la gran sensación de bienestar que deja escuchar este disco. Si Beachwood Sparks regresan, estamos de enhorabuena.

 


(8) Miss Diciembre - I Was A King – You Love It Here. En algún momento de mi existencia y las lagunas mentales sólidamente ligadas a ella, escuché algo de estos noruegos en un disco homónimo con una portada que parecía hecha con espirógrafo. ¿Se acuerdan del espirógrafo? Pues no ha vuelto en forma de chapa. A lo que iba, un disco que se basaba en ese estilo llamado Dream Pop, con un cierto parecido a My Bloody Valentine y grupos de similar ruido sonoro. Me debió de pasar inadvertido. Pero como todo grupo necesita un gran químico, parece que estos muchachos lo han encontrado: Norman Blake. Si además de Blake, añades que Robyn Hitchcock pasaba por allí, imaginen, les han llevado por terrenos más pop dejando un disco de los más apañado, con más parecidos a Teenage Fanclub (¿existe algún buen grupo que en algún momento no se hayan parecido a Teenage Fanclub?) o incluso me recuerdan un poco a alguna época de los Nada Surf. Con esa nómina de colaboraciones, cualquiera se marca canciones como Frozen Disease.

 


(7) Miss Abril - Redd Kross – Researching The Blues. Si alguien esperaba que después de quince años, el grupo más chicloso de cuantos han pisado terreno terrestre se hubiera pasado al Blues y las influencias del Delta se habrá llevado una gran decepción y una tremenda bofetada de decibelios. Quince años y no se han perdido en lo que mejor saben hacer, que es estar muy pirado y el powerpop pasado por una batidora en la que entran sin perder ni un ápice de pegajosidad el punk, el glam y el desenfreno. Sólo al final hay un par (¡un par!) de canciones que flaquean entre tanto nivel. Treinta minutos de disco, suficiente para que los Redd Kross te pasen por encima, y a cualquiera que se ponga por delante.

 


(6) Miss Agosto. Hi-Risers – Hang Around With You. Otro de los retornos de los favoritos entre favoritísimos, los tres de siempre: Greg Townson, que es achuchable de por sí, Todd Bradley, que con su vozarrón de señor del monte ha puesto una nota más de achuchabilidad en canciones como “I´m In Love With My Record Collection” y Jason Smay, el señor con las manos más rápidas al otro lado del atlántico. Siguen siendo adorables, sin discusión alguna. Actualmente el mejor grupo de influencias americanas que toda persona a la que apriete el nudo de la corbata debería arrimarse. Siguen dándole absolutamente a todo lo bueno (R&R, Surf, Garage, Pop, Beat, Country…) y a todo lo que se acercan lo siguen hacen bueno. Crisis, depresión y todo ese tipo de cuestiones no tienen cabida en el diccionario particular de los Hi-Risers. En las catorce canciones de Hang Around With You se halla la fórmula para empaquetar todos los problemas y mandarlos al cuerno.

 


(5) Miss Mayo. The Ripe – Into Your Ears.  Lo reconozco: los escuché en El Sótano de Diego RJ y me llamaron la atención, un grupo con Jake García (ex Ugly Beats), Gian Ortiz, Nick Yaklin y que había incorporado a Jorge Explosión al mismo, pero estaba a otras cosas mientras escuchaba el programa, quizás pasando la fregona o una de esas acciones comunes de hoy en día. Escuché el disco y una vez más debía estar a otras cosas. Segunda prueba, le voy cogiendo el hilo. Meses después sigo enganchado a ellos y me declaro incondicional del sonido de suave psicodelia y pop que ha hecho de este Into Your Ears uno de mis discos favoritos del año.

 


(4) Miss Febrero. Ángel Kaplan – Pictures From The Past. Si alguien ha escuchado el disco y no se ha percatado de esa fina raya encima de la letra “a” que ha perdido la verticalidad por una ligera inclinación a la derecha pensará: “Ya está. Estos yanquis lo tienen muy fácil, vivirá tranquilamente en la costa Oeste con todas las influencias del soleado pop de allí a mano. Con acceso fácil a discos de Big Star y los sonidos de Memphis. Seguro que se levanta por la mañana y tiene un estudio de grabación junto a la puerta de su casa”. Error. Ángel Kaplan es de Asturias, y ha grabado para el sello extremeño Sunny Day uno de los discos favoritos de este año. Desconozco si ya existe versión en cedese, pero la tirada limitada y numerada de 500 copias a 45 rpm, con un diseño tan cuidado como espectacular es indispensable si se cruza en tu camino (cosa que a día de hoy puede no ser tan fácil).

 


(3) Miss Julio. Allah Las – Allah Las. La primera experiencia con los Allah Las fue una descarga legal (que sí, confiemos de primeras que así es) que recopilaba sus primeros singles y demos. Cuando me puse a escucharlo sólo me funcionaban dos canciones, bien por mí. Una de ellas “Catarman” dejaba entrever que el proyecto de estos jóvenes californianos tenía buena pinta: Sonido de la costa Oeste y pop con dosis justa de psicodelia. A la llegada del álbum completo todas las previsiones se colmaron: canciones sensacionales y un sonido sesentero que engancha desde el principio y ya no te suelta. O mucho me equivoco, o por alguna de esas desconocidas razones que hacen que un grupo de una propuesta tan especial triunfe, a estos chicos los veremos dentro de poco loados por las más amplias masas inimaginables de modernos.

 

(2) Miss Octubre - The Mastersons – Byrds Fly South. Con este disco llegó todo rápido: Escuchar el disco en el walkman moderno, ver en el teléfono moderno que tocaban al día siguiente, según iba en el transporte público que hace años era moderno pararse a comprar las entradas para un concierto acústico para sólo noventa personas, y una barra de pan. Y en esos dos días transcurridos: Fan. El matrimonio real formado por Chris Masterson y Eleanor Whitmore, durante cierto tiempo tocando en la banda de Steve Earle, ha aprovechado su primer disco en solitario para suplir el hueco que van dejando los Jayhawks más brillantes. Podría parecer exagerado, pero no lo es. Country suave, perfecta simbiosis entre tradición y buen pop, melodías incomparables, las voces (la de Chris muy parecida a la de Gary Louris) y sonido exquisito. Quizás menos “Blue” que los de Minnesota, pero ya se sabe que los pájaros que vuelan hacia el sur lo que buscan es un aire más cálido.

 


(1) Miss Marzo - Gentleman Jesse – Leaving Atlanta. Número uno por muy diversas razones, pues esto de las listas es harto complicado. Porque el disco, muy evidentemente, es una obra magna de rock and roll y powerpop que mejora el ya de por sí agradable plato que suponía el debut de Jesse Smith y del que dimos buena cuenta aquí. Parece que a la hora de confeccionar listas se olvidan cosas que asimilas tan rápidamente que parece que han estado ahí toda la vida, cuando en realidad no es así, concretamente Leaving Atlanta se publicó en Marzo y ya parece un clásico entre mis discos favoritos. No podía ser de otra manera con canciones como “I´m A Mess”, “I´m A Lonely” o “What Did I Do”. Otra de las razones, es que como buen español, y ante la duda, la gente que me cae bien tiene ciertos privilegios, y como me dijo Tomás Verléin tras escuchar la entrevista que le hicieron en El Sótano, éste es de los que ves al instante merece un cargo público de confianza. ¿Qué el concierto que dio en el Purple Weekend también tenga algo que ver? Por supuesto. Por esta y muchas cosas, Leaving Atlanta ha dado tantas alegrías en lo que va de año, y los que vienen.

 
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viernes, 14 de diciembre de 2012

Contacto con Tacto (XVI): Purple Weekend

Purple Weekend 2012 - León

Dicen que un clavo quita otro clavo. La gente que llega borracha desde la siete de la tarde dice que la resaca la quita una cerveza para desayunar. Yo esto no lo sé porque sigo siendo fiel al Nesquik. Lo que si he aprendido es que si uno va a hacerse un viaje en jornada de puente dejando atrás dolor, mucho dolor por perderse un concierto de los Redd Kross, lo mejor es paliar la tristeza tomando una medicina similar. El Purple Weekend de este año, en su ya vigésimo cuarta edición era la opción médica más aconsejable. Un cartel muy del gusto de este vago bloc, pues a la evidente llamada de Gentleman Jesse, Bart Davenport, The Ripe o Nick Waterhouse había que sumar la no menos gustosa gastronomía leonesa y sus vinos del Bierzo.

El señor de los numeritos tras la última jornada del fin de semana a base de tapas

Primer día: ¡Viva el vino!

Tras la llegada a León y ponerse el mapa de Krusty Burgers en la cabeza (había algo de niebla, no crean) encontrar la zona de bares y comida no fue problema. Una tapa de sopa de ajo ayudó a que unas canillas en temperatura de ultramarino entraran en calor. Rápidamente uno se hacía a la zona más por el instinto desarrollado a lo largo de los años que por otra cosa. Faltaba un factor sorpresa, un Jaycee Carroll de la tapa leonesa: Warrenpelagatos. Si no le conocen como director del programa Tonetti en Radio Arrebato lo harán como un filántropo de los bares que discurren por el corredor de la Alcarria y el astur-leonés. Fue él el que nos puso en el camino de las patatas fritas con pimentón picante del Flechazo. Imprescindible manjar mientras esperábamos la apertura (nocturna) del Purple Weekend, de lo que se encargarían los holandeses The Kik.

Y después del uno viene el dieciséis...

Ellos le pegan al Beat o Nederbeat de forma más que elegantemente trajeados. Una buena elección por parte del festival iniciar de esta manera. Alegres, fiesteros y con sus buenas melodías, cantadas en el idioma de los Van Houten, cosa que no desentona para nada. Personalmente me gustaron más cuando tomaba protagonismo Arjan Spies, de los muy añorados por estos lares Mark And The Spies. Estuvieron simpáticos y si bien su cantante Dave Von Raven, con pintas de profesor sustituto, alargaba en demasía la charla ofrecieron un concierto de lo más ameno.

The Kik. El holandés mola en la intimidad.

La segunda parada de la noche iba más cargada de decibelios, en este caso llegados de Escocia y con más años a sus espaldas que los tiernos holandeses: The Rezillos. Ellos lo tienen todo para que me gusten, sonido de la primera hornada punki, un poco de New Wave por allí, otro poco de pop por allá, y el caso es que nunca me han terminado de engatusar del todo. No dudo de la valía de sus directos, pero una vez más me quedé sin engancharme a ellos. Puede ser que a esas horas y con el viaje a las espaldas ya estuviera pensando en bollos de canela calentitos y no en el espectáculo visual que es ver a estos trasnochados escoceses.

Segundo día: Póngame una más, que yo controlo.

Insano madrugón para hacer turismo, aunque fue bienvenido. La experiencia y la veteranía empezaron a ser un importante activo en la búsqueda de la tapa idónea, y hubo momentos que se conseguía en forma de cazuela de garbanzos con bacalao. Tanto fue así esta obsesión por la tapa y el vino que se nos pasó por completo el concierto de los valencianos Midnight Shots. Mil disculpas. Los conciertos en horario de tarde se realizaban en el estupendo Espacio Vías, que previamente habíamos visitado para ver su mercadillo de discos, la exposición de fotos de ecstasy and wine (recomendable ver sus cápturas del fin de semana), otras variedades sesenteras, y que además nos dio a conocer en sus inmediaciones unos carteles con la estelar actuación de Tony Genil para este Viernes catorce (no sé que hacen leyendo esto y no viajan ipsofacto).

Jacco Gardner al organillo y la maraca. Chico aplicado. 

El primero de ellos el joven, por no decir maldito pipiolo, de Jacco Gardner. Inmiscuido plenamente en recuperar una suave psicodelia pop y hacerlo todo como si saliera recientemente de una pintura flamenca del Rijksmuseum. Pónganlo en un festival con público que vaya a ver a Saxon y no sale vivo de allí. Lo cierto es que su estilo necesita de una dedicación inicial, si bien pasada la sorpresa inicial para quien no conociera sus andanzas, a mí me terminó enganchando, y eso que las seis de la tarde suele ser una hora crítica para mi estado mental.

The Ripe. Camisa de cuadros.

Siguiente turno para uno de los grupos que más ganas tenía de ver, The Ripe. Otros que le dan un poco a la psicodelia pero con alma de más powerpop, y con un resultado que me chifla. Aprovecharon la primera mitad de concierto para alternar canciones de lo que será próximo disco con algunas de Into Your Ears, pero fue a partir de la segunda mitad cuando se centraron en el solomillo y todo empezó a mejorar sin parangón. Todo ello pese a que Jorge Explosión andaba resfriado y se quedó en la velada en un discreto segundo plano, algo chocante para los que le hemos visto habitualmente sobre el escenario.

Bart Davenport. Chaqueta de cuadros.

Como el día era una sucesión de sucesos tras otros hasta que deseamos que se muera Flanders, no había tiempo que perder para cambiar de escenario y dirigirnos al CHF León, donde esperaban Bart Davenport y los barceloneses Biscuit que tocarían íntegramente el Sound Affects de los Jam. Entre medias, caña y tapa para no desfallecer. Podría ponerme objetivo y con ínfulas de crítico para decir algo como “sobraba el ejercicio nostálgico bajo una amalgama de manidas versiones que a estas alturas no aportan nada al parabólico mundo musical”. Al cuerno. Disfruté al máximo. Las voces, la instrumentación y el buen rollo que estila Bart Davenport hicieron que el concierto fuera sensacional, rememorando a uno de los grupos de mi vida.

Gentleman Jesse. Pelazo, y un tipo simpático.

Aún con el regusto que dejó este concierto, y con los gemelos bien tirantes después de unos cuantos saltos y las horas acumuladas del largo día venía el plato fuerte de la noche, Gentleman Jesse. Fue fuerte, intenso, no me defraudó en absoluto y nos dejó casi sin aliento a los presentes. No por el pelazo de defensa del Sevilla que se ha dejado el peluquín de Jesse Smith, sino por la energía con la que salieron a tocar, casi sin pausa y a todo trapo. Intenté seguirles el ritmo, pero me fue imposible y no creo que fuera el único, literalmente: me arrollaron. Ni siquiera recuerdo el orden en el que fueron desgranando las canciones de sus dos discos (salvando una versión de Biggest Gossip In Town que me sorprendió). Ni falta que me hace.

Los Mockers, un poco de lejos pues el objetivo ya estaba fatigado

Para el último concierto esperaban los más veteranos, los uruguayos Los Mockers. No soy de los que suele gustar la repesca de grupos que han dejado impronta hace cuarenta años, ni por estrellas veteranas, ni por cualquiera que tuviera una aparición en Reencuentro. Lo cierto es que los Mockers estuvieron simpáticos, gratificados de estar tocando por primera vez en España, con ganas de agradar y siendo reconocidos como los Stones sudamericanos, versionenando de vez en cuando a los Stones ingleses. Si no hubiera llevado semejante día a mis espaldas los hubiera disfrutado más plenamente, supongo que los más fanes sí lo hicieron.

Tercer día: El frío es para cobardes.

Último día de conciertos y otra jornada de turismo, esta vez más pausada. Según iba avanzando el día la cosa mejoraba tras probar todos los sabores de las croquetas del Rebote y la estupenda morcilla de untar leonesa, servida en pan de hogaza no hace necesario conocer el cielo. En estas nos acercamos al céntrico y atestado escenario del Gran Café donde esperaban los asturianos Stanley Road. Con semejante nombre ya sabrán por donde irán los tiros: punk-pop, estilo mod y tirar de un par de versiones de los Jam. Correctos y con un breve concierto que sentó bien. Vistos desde un segundo plano, pues no era lo más idóneo aglomerarse en los mejores sitios mientras cargaba con una bolsa de morcillas y cecina que habíamos comprado minutos antes. Esto sí que es finura mod.

Stanley Road en un llenazo del Gran Café y publicidad de Mahou

Casi sin tiempo, nuevo desplazamiento para otra doble ración de conciertos en el espacio vías. Esta vez cargado de garage, beat y R&B. Por un lado los gallegos The Phanton Keys, y por el otro los franceses Les Terribles. Cada uno juerguista a su manera, y aunque ambos resultaron divertidos me quedo con Les Terribles, que cuando se enchufan en modo fiesta a darle a las versiones garajeras de yé-yé comandados por su cantante, ahora con la cabeza rasurada Rudie, la cosa se pone muy seria. Incluso finalizaron con una versión del Flamenco de los Brincos, cantada por un invitado que, francamente, no sé quien era. Me los había perdido alguna vez y resultan del todo recomendables.

Les Terribles y la apología por la chica sesentera

El final del festival se acercaba a su fin y sólo quedaban tres conciertos (parece poco y todo) en el escenario principal. A los asturianos Kings Of Makaha llegamos con una par de canciones de retraso. Me gustaron más cuando se ponían en modo surfero instrumental, apoyados en un guitarrista con muy buena pinta, que cuando optaban por el lado rockero vocal. Cosas de mis manías supongo.

Para el segundo concierto, el de Nick Waterhouse, el pabellón CHF ya se había llenado como en ningún otro concierto, hasta tal punto, que los primeros compases de concierto estuve bastante entretenido con tres personajes sin duchar (hay cosas evidentes) que intentaban métodos de lo más variopintos para ligar con un par de señoritas que había a mi lado. Sin suerte, por supuesto. Con Nick Waterhouse tengo una relación difícil de explicar: me gusta mucho su disco, pero hay algo en la personalidad de este joven (y mucho) caballero del R&B que no me acaba de convencer. No es algo como mi odio irracional hacia Dennis Quaid, pero no me termina de enganchar por el lado humano. Musicalmente es un titán, mejor guitarrista de lo que esperaba, canta bien, se apoya en una banda magnífica y especialmente me gusta cuando se pone con el Soul más oscuro. Una cara ésta, que en pos de la parte más bailonga del asunto es la que parece reclamar la mayoría de la gente a esta última y numerosa hornada de revivalistas del género.

Nick Waterhouse, el hombre más buscado de la noche.

Con el último concierto me llevé el chasco de todo el fin de semana: Roky Erickson, el que fuera líder de 13th Floor Elevators y superviviente al LSD, otras drogas varias y el paso por un sanatorio mental. Comencé el concierto razonablemente cerca pese al brutal volumen, poco a poco fui escalando posiciones hasta las filas de más atrás para continuar parte del concierto sentado en las gradas laterales. Hasta que se puso en un plan progresivo, que es a mi persona lo mismo que me apliquen el toque de la muerte. Una lástima, pero me fui fuera a contemplar el frío de la noche leonesa.

Triunfal fin de semana, buena organización, ambiente agradable y selecto, todo acompañado de riquísimas tapas. Mi punto positivo a favor del Purple Weekend 2012, sin duda.

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jueves, 6 de diciembre de 2012

7´´, 45 r.p.m. y un pequeño trozo plástico: The Loved Ones

The Loved Ones EP (1992)

Retomamos (como todo lo que hacemos últimamente en este vago bloc) esta sección del mejor invento de cuantos se han realizado en el mundo: los siete pulgadas que giran a 45 rpm. Obra de un genio que aunque inventaba cosas bajo la sombra de Thomas Edison en forma de póster  ha dejado en el particular mundo del comprador de discos el cobijo más cálido y romántico que se puede encontrar. No podría cumplir mejor las expectativas este artefacto entregado por The Loved Ones en 1992 bajo el siempre infalible sello Get Hip Records. Veamos sus razones, porque después de que escuchen alguna de sus canciones querrán comprar la crema de afeitar con la cara de Bart Davenport si es que algún día se llega a comercializar.

The Loved Ones haciendo lo que cualquier jubilado: pasar el rato mientras construyen un nuevo Mercadona

The Loved Ones es casi lo mismo que citar a Bart Davenport, cantante y líder de estos jóvenes (al menos en el momento de la publicación de este EP lo eran, y mucho) californianos que lejos de modas de principios de los noventa como tocar mirándose las zapatillas sucias, el rap o el Super Mario 3 lo que hacen es (y esto no es un homenaje a Edison) alumbrar un par de discos y otros tantos singles y EPs rebosantes de Rhythm And Blues, Mod Sound, y una clase que más quisiera para sí una señorona de la calle Serrano.

Entre los citados artefactos sonoros publicados, este homónimo EP de debut con cuatro canciones, en las que destaca la voz de Bart Davenport y la excelente sección instrumental del resto del grupo. Dos canciones propias, una del propio Davenport, la sosegada “Hold On”, y otra del guitarrista y vocalista Nicolas Rossi, “Crying In The Morning”. Dos versiones, “Boom Boom (Out Go The Lights)” de Stan Lewis y “Sticks And Stones” de Titus Stone y popularizada en su momento por Ray Charles. Quizás Davenport y The Loved Ones nacieron en una época equivocada, puede ser que en otros tiempos hubieran sido estrellas, pero salvando la barrera temporal y modas varias, cuando el Rhythm And Blues con clase se pone a sonar con esta contundencia hay pocos estilos que le aguanten un solo asalto.


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martes, 27 de noviembre de 2012

Demasiada clase para sus vecinos: Dogs


Dogs - Too Much Class For The Neighbourhood (1982)

La internete que en los últimos años ha traído empresas como Hipermegacompuglobanet y grandes oportunidades a muchos grupos de música que han sabido aprovecharse convenientemente, no ha sido tan agradecido con otros que se formaron mucho antes de que esta tecnología permitiera bajar de forma bien continuada la producción laboral. Hace ya un tiempo contamos que NRBQ se veía perjudicado por un plan de defensa nuclear de la guardia civil que recibe el mismo nombre. Otros como los franceses The Dogs, directamente hacen que una consulta con cualquier motor de búsqueda para informarse de esta gran banda resulte una quimera. He aquí unos cuantos ejemplos de lo que consigue tras escribir su nombre en la Google: una web británica de carreras de galgo, un restaurante de Edimburgo, un enlace a una entrada de la Wikipedia sobre el Canis lupus familiaris, otra a la película Los Perros de la Guerra, una web de adiestramiento de perros en Missouri, una web para salvar a los perros, una web para odiarlos, una entrada a un grupo de Hip Hop que se llaman The Dogs, y por último, y bien avanzada el número de páginas, una web relacionada con el grupo francés de Dominique Laboubée. ¿Cómo es posible que Puturrú de Fuá, Nacho Vegas o Zapato Veloz tengan una información más accesible que The Dogs? Pues como una gran injusticia a uno de los mejores grupos que ha dado el Rock And Roll en los ochenta, muy especialmente en el país galo.

Los Dogs esperando al que les dijo que no perdían nada por contratar un seguro adicional

Naturales de la ciudad normanda de Rouen, comenzaron su andadura musical bien pronto, a principios de los setenta, como un grupo que basaba su repertorio en versiones de los Flaming Groovies, The Kinks, Standells, Pretty Things o la Velvet Underground. Adorables. Hubo que esperar hasta 1979 para que se produjera su primer largo discográfico: Different. Poniendo un nivel de exigencia alto (nivel agarrar la raqueta de tenis para tocar sus canciones) tres de sus álbumes me encantan: el propio Different, con un sonido acorde a la energía de un punk que vivía sus últimos coletazos, aunque más amplio de miras sonoras que la mayoría de sus coetáneos como demuestran los grupos que versioneaban en sus primeros años, sólo le falta un mejor sonido para que quedara completamente redondo, lo que hubiera significado más dinero para la grabación que no tenían; una muesca más a esta perruna lista sería Legendary Lovers, otro maravilloso disco de 1983 en el que el grupo se encuentra en pleno estado de efervescencia creativa con un tratado inmaculado de rock and roll e influencias exquisitas; y por último (aunque insisto, y mucho, podrían entrar más en esta lista) Too Much Class For The Neighbourhood, que no sé si será el mejor o no de su discografía, pero para mi humilde cuerpo es su favorito (me lo ha dicho en persona) tanto de su carrera como de innumerables álbumes de principios de los ochenta.

Siguiendo las oportunas indicaciones del señor Lobo, el roble es lo más elegante para una habitación

En todos hay un punto en común y diferencial: el indiscutible liderazgo de Dominique Laboubée, guitarrista, compositor y letrista del grupo, ya sea en el formato trío de su primer trabajo o ya como cuarteto en su formación más clásica, que precisamente se produce por vez primera en este Too Much Class, con Michel Gross como batería, Huges Urvoy de bajista y la novedad de Antoine Masy Perier como segundo guitarra. Too Much Class For The Neighbourhood aglutina todas las inquietudes musicales de Laboubée: el Rock And Roll, el Pop, la actitud del punk, New Wave, y todo ello confluye magistralmente en las catorce canciones del disco, donde todas son extraordinarias y no hay ni una, pero ni un nota ni un solo suspiro entre estrofas que no merezca la pena.

Es incuestionable que canciones como la que da título al disco, “Death Lane” o “Poisoned Town” son vitaminas básicas para cualquier amante del rock and roll que se precie. Como es un disfrute para los oídos que las influencias del Rhythm and Blues y el garage fluyan en canciones como “Gone Gone Gone” o “The Train Kept A Rollin”. La segunda línea del disco deja joyas nuevaoleras muy apreciadas por estos lugares como la apertura del disco de “Shakin With Linda”, la estupenda canción pop “Home Is Where I Want To Be” y esa maravilla de canción que podría escuchar en modo bucle llamada “The Most Forgotten French Boy”. En “M.A.D” se permiten el juego vocal con el único fondo de unos acordes de guitarra y golpes de charles. Catorce canciones sensacionales, sin nada de relleno, poniendo acento francés aunque siempre cantadas en inglés, puesto que a Dominique Laboubée no le gustaba nada cantar en francés salvo por imposición de la discográfica, propiciando seguramente encendidas tertulias en el intereconomía de allí para llamarle antipatriota.

Si los franceses hace tiempo nos quisieron traer la modernidad, la democracia, la libertad, un idioma más, y otras cosas que nos hubiéramos encargado de destrozar rápidamente formando un tumulto encabezado por Moe portando una antorcha, también nos hubieran traído la posibilidad de que los Dogs nos pertenecieran un poquito más. Afortunadamente los discos no entienden lo que son los Pirineos y a día de hoy podemos seguir venerando a Dominique Laboubée y sus secuaces, aunque sea desde el modesto terreno del culto musical. Tenían demasiada clase para este mundo, y la seguirán teniendo.

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martes, 20 de noviembre de 2012

Canciones más allá de The Posies: Jon Auer


Jon Auer - Songs From The Year Of Our Demise (2006)

Segunda entrada en menos de una semana (esto no lo recuerdan ni los más viejos del lugar, es decir, el próximo protagonista de un reportaje del telediario de Antena 3), y segunda entrada que tiene de protagonista a un miembro Posie, en este caso Jon Auer. Podríamos decir sin mucho temor a equivocarnos que a priori uno piensa en él como en el reverso, cara oculta de la luna, el lado con mermelada de la tostada, o el opuesto que quieran poner del bueno de Ken Stringfellow. Delgaducho, nervioso, estrafalario el segundo; más regordete, pausado y que pocas veces se queja en la junta de vecinos del que le roba la revista de Canal + del buzón el primero. No obstante ambos comparten numerosos proyectos musicales al margen de la tarea (reconfortante imagino) de estar en los Posies. Quizás en el caso de Jon Auer, los trabajos en solitario no han sido tan numerosos y con algo menos de enjundia que el protagonista de nuestra anterior entrada, pero no por ello están faltos de un talento que ambos se empecinan en demostrar en sus temporales divorcios musicales y cuando afirman que nunca hay que renunciar al seguro dental.

Auer esperando en el descansillo. Él es de Seattle, pero en el fondo hace lo mismo que los españoles.

En solitario, aparte de un par de EPs y singles, Auer sólo tiene un disco en solitario: Songs From The Year Of Our Demise. Realicemos un sentido suspiro melódico a favor de nuestro querido amigo de pelo rizado. Ya. Su primer y único largo en solitario abandona un poco el lado powerpop de los discos de los Posies para centrarse en terrenos catastrales más poperos e íntimistas. El título del disco no es muy optimista, y si bien es cierto que el tono general de las canciones navega de forma melancólica, propiciado por la suave voz del amigo Auer, tampoco se puede decir que el disco sea como el funeral de Kim Jong Il.

Jon Auer se muestra inspirado con el toque melódico del disco en sus ¡15! canciones y tres extras, algo cada vez menos frecuente en esta cultura tan nuestra de quedarse sin posibilidad de más rosquillas luego. Personalmente me quedo con la primera parte del disco, donde se encuentran las estupendas “Bottom Of The Bottle” con su guitarra acústica haciendo débil al oyente, “The Likes Of You”, “Four Letter Word” con dosis de piano y “You Used To Drive Me Around” que se alarga hasta los siete minutos de duración. Pasando el ecuador del disco se encuentra “Josephine” cuya historia trata de una abuela de Auer que nunca conoció debido a que su padre era adoptado. Trágica historia para taparte hasta los ojos y no salir de ahí en una semana. No podían quedarse fuera, aunque sólo fueran unas pocas, las referencias sonoras que más recuerdan los trabajos de Auer en The Posies y Big Star, “My Sweet Unknown” y “Sundown” son las que contienen el tono que esperamos y la cantidad idónea de “la la la la la las” que todo buen disco pop que se precie debería tener.

Jon Auer en un coloquio, decidiendo si es el momento de cambiar las bombillas de bajo consumo por las de LED. 

Aportar como curiosidad que la foto de la portada (si compras el disco y la despliegas verás que también está posando Auer) se capturó en “algún lugar de España” o como se llame ahora esta cosa en la que vivimos y pagamos impuestos recibiendo poco a cambio. Yo dudo mucho que hacer álbumes tan completos sea fácil, pero Auer, como un buen artesano, te hace creer que así es, para que cuando tú lo intentes lo único que consigas sea soltar desesperación e ira. Ira artística conceptual, por supuesto.

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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Nuestros señores independientes favoritos: Ken Stringfellow




Ken Stringfellow - Soft Commands (2004)

Uno de nuestros indies favoritos, un término que me recuerda a otros personajes que circulan por la música mucho menos agradables que este flaco de lacio peluquín, es Ken Stringfellow. Un señor que pese a bañarnos en un concierto (para salvaguardar el horario de comida no diré de qué fluido de los que salían de su boca se trataba) es un individuo a tener en consideración en cada uno de sus trabajos  (y son muchos) en los que participa. A Ken Stringfellow tal vez le recuerden de un matrimonio ficticio con Selma Bouvier y de otros proyectos musicales como Lagwagon y White Flag (o música para montar en patinete), en Chariot, en los más recientes Disciplines, y en una de las debilidades de esta casa como son la Orange Humble Band. Y no acaba ahí la cosa...



Ken Stringfellow en una foto promocional de navidad para el Twister 


Seguramente ya sabrán que ha sido colaborador de Neil Young, de los Long Winters, de Mudhoney, de Snow Patrol, de Death Cab For Cutie, de Cecilia Ann, de los últimos años de R.E.M., en donde coincidió con el amigo de todo el mundo, Scott McCaughey, que le reclutó para muchos de los discos grabados bajo el nombre de Minus 5, entre los que destacan el muy recomendable Down With Wilco, grabado precisamente con Tweedy y el resto de canallas del grupo de Chicago. De lo que ya necesita de poca explicación es de su participación en la reunificación de Big Star que hizo Alex Chilton a principios de los noventa, y de The Posies. Este último su principal grupo desde que se le conoce en los territorios musicales, ejerciendo de colíder junto al regordete Jon Auer durante (y ya van) veintitantos años. No vamos a desgranar la discografía completa de The Posies porque ya es bien conocida, y en caso de no ser así ya puede usted empezar a correr a su tienda de cedeses o fuente de información más cercana y hacerse con sus discos, empezando por Frosting On The Beater y continuando por, por ejemplo, Dear 23 o Amazing Disgrace.



Revisando la chuleta del sombrero de "haga usted el nudo Windsor en sólo cuatro pasos"


Entre tanto trabajo, le ha dado tiempo a participar como guitarrista, bajista, teclista, productor o arreglista, pero si tuviera que destacar una faceta suya sería sin lugar a dudas su voz. Una garganta privilegiada que ha ido depurando a lo largo de los años alcanzando registros que harían temblar de emoción hasta el más machote de los presentes. Sin necesidad de gritar, como parece que es la moda actual entre los supuestos buenos cantantes, Stringfellow se explaya a gusto vocalmente en sus tres (cuatro con el que publicó hace escasamente un mes, Danzig In The Moonlight y del que todavía no he tenido el placer de llevarme a las orejas) discos en solitario.


A destacar entre ellos, Soft Commands, que no valoraré si es mejor o peor que el resto, pero el que a mi entender desatendido representa mejor al Ken cantante. Disco intimista, creado y grabado por las diversas partes del globo por las que se mueve tan inquieto personaje, ya sea por su Seattle natal, su domicilio actual en París o en Estocolmo. Con unos cuidados arreglos y momentos tan dulces como “Any Love”, “Let Me Do”, “You Became The Down”, “Known Diamond”, y hasta una especie de nana, “Je Vous En Prie”, con palabras en francés (suponemos bajo ardua investigación, que dedicadas a su parisina mujer). Tras pasar por los más variopintos instrumentos, Stringfellow se despide con una versión de “Down To The Wire” de Neil Young en su época buffalera. Es cuanto menos curioso, que la voz de un tipo tan huesudo, pueda envolverte tan cálidamente como una manta de lana tricotada por una abuela, pero así es.

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lunes, 20 de agosto de 2012

La importancia de llamarse Van


Them - Angry Young Them (1965)

 
Probablemente lo desconocerán, pero entre mis múltiples talentos uno de los mas ocultos es aquel que hace referencia a mis vastos conocimientos de biología o física. No en vano, puedo explicarles el complejo mundo de las proteínas mediante un sencilla metáfora que implica una puerta, una llave y un profesor de ciencias sin sonrojarme apenas. Sí, habrán adivinado que esto de que hablo es otra de esas cosas en las que tampoco tengo nada interesante que decir.

Contando con ello, he de reconocer que el tiempo me ha hecho ver que alguna cosa ha quedado en mi psique, por ejemplo que cuando alguien dice la palabra "Glúcidos"puedo rellenar un folio en blanco con datos inservibles, pero a velocidad de auténtico vértigo y que ciertos tipos de determinismo escapan al tiempo, a Matrix y a las subidas del IVA. Y como mejor ejemplo de esto, tomo las inmortales palabras de Abe Simpson a su hijo cuando éste está a punto de hacer su diagonal final en su ejercicio de gimnasia artística: "Ahí la pifias". No les tengo que contar el resultado final de mi historia, ¿verdad?

Sí, sí, todo son alegrías cuando ves el piso piloto, pero luego...


Unos folios en blanco más tarde traigo otro ejemplo de determinismo: el de uno de los autores del disco del que hoy hablamos, el determinismo afectaría directamente en una idea bastante simple: "Si uno se apellida Van ya tiene parte del camino hecho". No me tomen a mal, no les digo yo que Van Morrison no podría haber tenido una carrera como la suya apellidándose Pérez Rodríguez (por poner), pero tener el mismo pedigrí que un gato común indioeuropeo no ayuda a darse a conocer, háganme caso que me lo han contado de primeras...

Pero primero empecemos por levantar todas las cartas: les he mentido, y descaradamente. Antes de que saquen las antorchas de emergencia les explico que ha sido una mentira a medias: Van no se apellida Van, bueno al menos no directamente: George Ivan Morrison nació en Belfast el 31 de agosto de 1945, pero en los escenarios siempre fue conocido como Van Morrison, Van The Man. Un señor uraño elevado a categoría de mito de la música británica que en los sesenta era más conocido como la gran esperanza blanca (y ya uraña) del Blues y el R&B.

Van tuvo contacto con la música desde muy niño gracias a los discos que su padre traía de EEUU: Solomon Burke, Ray Charles... carnaza de primera, amigos. Viendo el interés del niño en el tema musical (y la imposibilidad de conseguir una raqueta de tenis para que el pequeño hiciera el Air Guitar correspondiente) su padre  acabó por comprarle una guitarra a los 12 años, con la que empezó a tocar en grupos de Skiffle y a componer sus primeras canciones. Con 14 no le admitieron en un par de conjuntos porque ya tenían a un guitarrista en sus filas; en ese momento decide que quiere aprender a tocar el saxofón. Su padre accede (y esta vez no hay ningún paralelismo con los Simpsons, sucedió así) y un mes después de tenerlo en sus manos ya domina el instrumento con soltura. ¡Un mes! Más o menos el tiempo que calculo necesitaría yo para saber por dónde se sopla y por dónde sale el sonido.

Desde aquel día seguir la pista musicalmente a Van exigía no pestañear ni un segundo: con 17 emprendió su primera gira con The Monarchs, grupo que tuvo más miembros de los que este humilde escriba puede recordar y que deja completamente humillado a todas esas informaciones veraniegas de fichajes futbolísticos que acaban siempre en negociaciones con "flecos" pendientes (la revisión de flecos ese tema en el que siempre hay que estar atento de su evolución, es decir, su falta de evolución). Dos dimes y diretes más mandaron a Van a tocar con un grupo que tenía ya un contrato en un hotel, The Gamblers, los que poco después serían conocidos como Them.

Las caras de circunstancias se deben, como no podía ser de otra forma, a que se trata de un vuelo de Ryanair.


Estamos en 1966 y mientras Revolver deja claro que los Beatles tienen mucho que decir y que no se va a parecer a nada de lo que la gente se esperaba, Van ya es compositor de éxito de Them, ha escrito Gloria, compartido escenario con un tal Jim Morrison y los Doors (que según cuentan las malas lenguas copió bastante de su teatralidad del bueno de Van) y ha conseguido labrarse una fama de cascarrabias de la que seguro tomó buena nota Alfredo Landa para "Lleno, por favor". Un año antes, salía al mercado este artefacto musical en el que quedaban aclarados unos cuantos conceptos:

  1. Que no estaba permitida otra cara que no fuera la de Poker en la portada.
  2. Que el "Featuring de Van Morrison" puede ser una traducción bastante acertada de "Aquí guapines los justos". Un ejercicio de poder que me deja con ganas de proponer otros ejemplos que podrían haber sido justo así: "Taxi Driver, featuring Robert De Niro", "La Biblia, Featuring Jesús o "El Gran Lebowski, featuring el Nota, Noti o el Notarino si no os van los nombres cortos".
  3. Que como elemento recopilador de la tradición del R&B inglés de influencia americana es es un representante más que digno.
En estos momentos pueden argumentar (con bastante razón) que el disco no refleja lo que se supone que eran Them en directo, un grupo que contaba con versiones elefantiásicas de sus canciones: 20 minutos de "Here Comes the Night" enlazados con "Baby, Please Don't Go" donde Van dejaba exhaustos al público presente, pero este disco es el primero donde se escuchó "Gloria" y donde apareció "Mystic Eyes". Dejen paso.

Y eso que aparentemente no era el mejor momento para Them, Van Morrison empezaba a estar cansado de los rigores de ser un grupo inglés en la Inglaterra de los 60: giras, trajecitos, actuaciones en playback en televisión... todo alejado del espíritu indomable del (aquí viene el tópico) León de Belfast. Para más inquina el manager de la banda, Phil Solomon, ya había elegido el producto del primer largo de Them. Ese puesto fue tomado por Bert Berns cuyo mayor mérito (y no está nada mal) era ser uno de los compositores de Twist & Shout. Así que con una mala leche acumulada que dejaba en pañales a los tertulianos de "El gato al Agua" un puñado de canciones ensayadas hasta la extenuación en directos y un sombrero para conversaciones telefónicas The Angry Young Them salió a la calle.

Preciosa estampa de clima oceánico: su río, su neblina, su grupo de R&B, su niño robando la cartera del teclista...


El disco comienza a todo trapo: Mystic Eyes. Torrente de armónica, riffs de guitarra tocados con urgencia y toneladas de testosterona que cierra de la manera en la que podría acabar el mundo: volviendo al punto de partida. Cuenta Van Morrison que la canción nació de una larga improvisación del grupo. Uno de esos momentos mágicos donde todo cuadra, los astros se alinean y el repartidor de MRW coincide en espacio/tiempo contigo. A nosotros nos sabe a poco los menos de 3 minutos del tema, pero incluso así, es una canción que respira sudor y algarabía de manera única. Sin mucho tiempo a recuperarnos Van entrega dos pinceladas de R&B que nos ponen en contacto respectivamente con la parte más negroide y seductora de los irlandeses y con la hechuras de Van como cantante capaz de decirle a Jagger: "¡anda, quita!" del escenario: "If You and I Could Be As Two" y "Little Girl".

El culto a los maestros sigue con "Just a Little Bit", con el órgano de Peter Bardens como acompañante de la voz de Van, mientras que  "I Gave My Love a Diamond"sirve de anticipo para el desembarco de "Gloria", quintaesencia de las canciones rock que han sido escuchadas hasta la saciedad pero no consiguen cansarlos. Quizás es por esa introducción que no es introducción, quizás por la estructura de tres acordes que hacen sencilla su reproducción en cualquier ambiente (concierto ante 200.000 personas o borracho como un lémur en el portal de tu casa) o que su escucha masiva ha servido a generaciones de españoles para aprender "spelling" con más eficacia que cualquier profesora nativa de inglés. No conocemos la receta exacta, pero nos quedamos con todo lo que encierra la canción: desde el acentazo irlandés de Van mezclado con una interpretación a lo Howlin' Wolf, hasta con la sabia y acertada forma de terminar el tema.

Kent Brockman tenía razón, queridos amigos. TENÍA RAZÓN
 

Tras la catarsis de Gloria, Van entrega su propia versión ceñuda de una canción a lo Bob Dylan ("You Just Can't Win") y sigue dejándonos claro que puede convertir canciones de inspiración R&B como "Go On Home Baby" en pildorazos de garaje tanto como  homenajear a los maestros con la versión de Don't Look Back de John Lee Hooker . Aunque como más nos gusta a nosotros es llevando a ebullición canciones como "I'm Gonna Dress in Black", interesante remedo de la casa del son naciente que se beneficia de la leonina voz de Van como mis fracasos en la cocina tras ponerle un poco de orégano (incluyo postres).

Con las parecidas claves, Them convierte el "Bright Lights, Big City" en una pieza de R&B contemporáneo que alcanza las mejores cotas de interpretación instrumental del disco. Y para el final otra versión: "(Get Your Kicks On) Route 66" que funciona como declaración de principios: "esto es lo que hacemos" y como inmejorable última impresión del grupo: voz superlativa, el Hammond dando guerra, una base rítmica tipo adoquín del Pilar y la intención de dejar a todos sin aliento, los que tocan y los que escuchan.



Them fue un grupo de corta carrera (el álbum del que hablamos y otro más, llamado con perspicacia: Them Again) y aunque en Garajeland no nos gusta chivarnos sabemos que fue la peculiar mala leche de Van la responsable de decir "esto no hay quien lo aguante, me voy al bar de Moe" y, también, que no le salió mal la jugada. Pero no está de más darle crédito al grupo, que en solo dos discos fueron capaces de situarse a la cabeza del R&B británico y entregar tres joyas como "Baby Please Don't Go", "Mystic Eyes" y "Gloria". No está mal para cinco chicos airados; no señor.


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Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verlein.
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lunes, 30 de abril de 2012

Noticias de baja estofa (III): Mick Jagger

Mick Jagger copresentará “Know How To Live”, la versión inglesa del programa Saber Vivir

El famoso cantante de los Rolling Stones ha fichado por el programa que produce la BBC y que se basa en el exitoso espacio de Televisión Española. La noticia ha pillado por sorpresa a más de uno, pues con el reciente aniversario de la banda, éstos preparaban nuevas canciones en el estudio y una más que probable vuelta a los escenarios. Hecho éste que no ha sido óbice para que Mick Jagger cumpla según sus palabras “uno de mis sueños desde que mi madre compró un herbolario”.

Mick Jagger esperando a que salga el número de teléfono para pedir el tensiómetro. 

El señor bajito del departamento de investigación de garajeland ha podido contactar con el sexagenario artista donde ha expresado sus motivaciones por participar en el programa. “En un principio me costó decidirme, principalmente por el horario laboral que me ofrecían, una vez me plantearon la posibilidad de tele trabajar desde casa dar el sí fue mucho más fácil”. Mick Jagger también ha explicado las funciones que desempeñará en el programa: “Tendré un papel muy activo en la sección Sano y Barato, en la que pondré a disposición de la audiencia toda mi experiencia en el ahorro y en los medicamentos genéricos. Además los días en que me encuentre en el plató iré pasando el micrófono a los jubilados que se encuentren entre el público. Como tendré que subir escaleras he pedido que me dejen ir vestido con ropa cómoda, como en el vídeo de Dancing In The Street que hice con Bowie, y la cadena ha accedido”. Jagger ha sido tajante con sus prioridades al frente de los Stones “La BBC ya sabe que si Keith Richards se pone mohíno con una gira es primordial que yo acuda, no obstante me darán un busca de empresa por si me tienen que localizar”. 

También ha hablado para el señor bajito el director adjunto del sub secretario general de programación de la BBC: “La idea de incluir a Mick en el programa es fantástica. Nuestra audiencia ve en él a alguien que es capaz de correr por el escenario durante dos horas y le encantaría mantener su forma física”. Ante la posibilidad de que fuera Rod Stewart la primera opción del programa como se ha venido rumoreando la contestación ha sido tajante “Ni siquiera tuvimos un contacto con él. Respetamos mucho la trayectoria de Rod y su línea de cremas exfoliantes, pero los conocimientos de química de Mick se podría decir que son casi enciclopédicos”. La versión británica también pretendía incorporar a Manuel Torreiglesias pero desestimaron la idea al ver que en el currículo del conocido presentador se remarcaba con negrita y cursiva un nivel medio de inglés. La cadena exigía medio alto.
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jueves, 19 de abril de 2012

Quehaceres altamente prescindibles y The Real Kids


The Real Kids - The Real Kids (1977)

Existe gente (en eso creo que estamos todos de acuerdo) y existe otro tipo de gente (en esto ya veremos) que bajo una capa de buenas maneras y sonrisas amables nos realiza recomendaciones cuando en realidad lo que quiere decir es “tienes que”. Seguro que se han topado alguna vez con alguien así, o mucha gente así, puntualicemos cuanto podamos. Los que te dicen que tienes que tener una casa más grande, un coche más grande, una nevera más grande, una televisión más grande que te cagas, una mesa más grande, un ordenador con no sé cuantos megas mucho más grandes, un teléfono con pantalla más grande y altavoz más grande, una impresora que admita papeles más grandes, un seguro del hogar para todas las cosas grandes que has comprado. Y sigue así la cosa, no crean.

Los Real Kids con cara de pocos amigos tras intentar colocar una imagen en Word 2007

Te dicen que tienes que tener diesel y a la vez gasolina, abrigos que abrigan más en invierno, un seguro dental, una tarjeta de descuento, un nuevo contrato con la compañía del gas, gorra, plantar tomates y cebollas, perro, gato, niño, tienes que comer más, tienes que comer menos, tienes que trabajar más despacio, llevar paraguas para no mojarse, tienes que andar a dos patas, devolverle el balón a un niño, pagar con tarjeta, descargar gratis, ver series, cerrar la terraza, escuchar el primer disco de los Real Kids. Única y exclusivamente a estos últimos es a quien uno tiene que hacer caso. Tienes que hacerles caso.

El primer disco (y como veremos unas pocas líneas más abajo casi el único) de los Real Kids es esencial desde el canto superior derecho hasta más desgastado inferior izquierdo. Desde Boston (aunque grabado en Nueva York), y para los pocos que supieron leer entre pequeñas reseñas de aún más pequeños medios de información se encontraba un disco fundamental, a medio camino del incipiente punk de la costa Este y el buen pop que arrasaba en los sesenta y algunos extraños se encargaron de desprestigiar durante unos años de medievo melódico en los primeros setenta. Esta joya de 1977 se debe principalmente a la luminaria de John Felice, desvirgado musicalmente años atrás en la primera formación de los Modern Lovers, no llegó a participar en la primera grabación de los mismos por ser menor de edad, pero no perdió el tiempo en formar The Real Kids, aunque sí unos cuatro años en entregar su primer largo junto a Howard Ferguson, Alpo y Billy Borgioli.

Efectivamente, todos tenemos un amigo melenas del instituto al que luego (por cariño y esas cosas) nos cuesta dejar de lado

Como suele ser habitual, los discos empiezan por la primera canción, y vaya primera canción: “All Kindsa Girl”, canción memorable y pluscuamperfecta, desde sus míticos primeros acordes hasta el estribillo y un pegajoso e irreprimible ritmo que ya no te separa del disco hasta que éste termina. No sólo de semejante himno vive este debut disquero, las composiciones de Felice no deslucen en ningún momento a tan inmejorable inicio, ya sea “Solid Gold”, “Do The Boob”, la estupenda “Taxi Boys”, la maravillosa “Just Like Darts” o el tremebundo final de “Reggae Reggae”; como tampoco lo hacen las tres versiones (creemos que existe una fórmula matemática desconocida para incluir un número de covers en cada disco, y éste la cumple), a destacar entre mis favoritas “Roberta”, en la que participa Jeff Conolly, el paisano bostoniano más famoso y mono de Massachusetts. Una vez escuchen el disco pongan las etiquetas estilísticas que quieran; Rock And Roll, Punk, Pop, Garage, ¿quizás Powerpop? Quedan todas aceptadas.

Como toda bonita historia tiene un cazador que mata a la madre de Bambi o un dinosaurio que deja vivo al niño de Parque Jurásico, en esta hay que recurrir al mandito abandono que sufren numerosos grupos por parte de los estamentos económicos, motivo por el que Felice trabajó durante un tiempo de rodie de los Ramones, entregaran un único álbum de estudio más (No Place Fast, también recomendable), algún directo tras algunas reuniones y (que yo sepa) un par de trabajos más de Felice aunque no bajo el nombre de Real Kids. Afortunadamente grabaron este disco homónimo, era el día (o días) en el que cuatro tipos se levantaron de la cama y cada canción que grababan les salía bien. Por nuestra parte, agradecimiento eterno por tanta inspiración.

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