Dogs - Too Much Class For The Neighbourhood (1982)
La internete que en los últimos años ha traído empresas como Hipermegacompuglobanet y grandes oportunidades a muchos grupos de música que han sabido aprovecharse convenientemente, no ha sido tan agradecido con otros que se formaron mucho antes de que esta tecnología permitiera bajar de forma bien continuada la producción laboral. Hace ya un tiempo contamos que NRBQ se veía perjudicado por un plan de defensa nuclear de la guardia civil que recibe el mismo nombre. Otros como los franceses The Dogs, directamente hacen que una consulta con cualquier motor de búsqueda para informarse de esta gran banda resulte una quimera. He aquí unos cuantos ejemplos de lo que consigue tras escribir su nombre en la Google: una web británica de carreras de galgo, un restaurante de Edimburgo, un enlace a una entrada de la Wikipedia sobre el Canis lupus familiaris, otra a la película Los Perros de la Guerra, una web de adiestramiento de perros en Missouri, una web para salvar a los perros, una web para odiarlos, una entrada a un grupo de Hip Hop que se llaman The Dogs, y por último, y bien avanzada el número de páginas, una web relacionada con el grupo francés de Dominique Laboubée. ¿Cómo es posible que Puturrú de Fuá, Nacho Vegas o Zapato Veloz tengan una información más accesible que The Dogs? Pues como una gran injusticia a uno de los mejores grupos que ha dado el Rock And Roll en los ochenta, muy especialmente en el país galo.
Los Dogs esperando al que les dijo que no perdían nada por contratar un seguro adicional
Naturales de la ciudad normanda de Rouen, comenzaron su andadura musical bien pronto, a principios de los setenta, como un grupo que basaba su repertorio en versiones de los Flaming Groovies, The Kinks, Standells, Pretty Things o la Velvet Underground. Adorables. Hubo que esperar hasta 1979 para que se produjera su primer largo discográfico: Different. Poniendo un nivel de exigencia alto (nivel agarrar la raqueta de tenis para tocar sus canciones) tres de sus álbumes me encantan: el propio Different, con un sonido acorde a la energía de un punk que vivía sus últimos coletazos, aunque más amplio de miras sonoras que la mayoría de sus coetáneos como demuestran los grupos que versioneaban en sus primeros años, sólo le falta un mejor sonido para que quedara completamente redondo, lo que hubiera significado más dinero para la grabación que no tenían; una muesca más a esta perruna lista sería Legendary Lovers, otro maravilloso disco de 1983 en el que el grupo se encuentra en pleno estado de efervescencia creativa con un tratado inmaculado de rock and roll e influencias exquisitas; y por último (aunque insisto, y mucho, podrían entrar más en esta lista) Too Much Class For The Neighbourhood, que no sé si será el mejor o no de su discografía, pero para mi humilde cuerpo es su favorito (me lo ha dicho en persona) tanto de su carrera como de innumerables álbumes de principios de los ochenta.
Siguiendo las oportunas indicaciones del señor Lobo, el roble es lo más elegante para una habitación
En todos hay un punto en común y diferencial: el indiscutible liderazgo de Dominique Laboubée, guitarrista, compositor y letrista del grupo, ya sea en el formato trío de su primer trabajo o ya como cuarteto en su formación más clásica, que precisamente se produce por vez primera en este Too Much Class, con Michel Gross como batería, Huges Urvoy de bajista y la novedad de Antoine Masy Perier como segundo guitarra. Too Much Class For The Neighbourhood aglutina todas las inquietudes musicales de Laboubée: el Rock And Roll, el Pop, la actitud del punk, New Wave, y todo ello confluye magistralmente en las catorce canciones del disco, donde todas son extraordinarias y no hay ni una, pero ni un nota ni un solo suspiro entre estrofas que no merezca la pena.
Es incuestionable que canciones como la que da título al disco, “Death Lane” o “Poisoned Town” son vitaminas básicas para cualquier amante del rock and roll que se precie. Como es un disfrute para los oídos que las influencias del Rhythm and Blues y el garage fluyan en canciones como “Gone Gone Gone” o “The Train Kept A Rollin”. La segunda línea del disco deja joyas nuevaoleras muy apreciadas por estos lugares como la apertura del disco de “Shakin With Linda”, la estupenda canción pop “Home Is Where I Want To Be” y esa maravilla de canción que podría escuchar en modo bucle llamada “The Most Forgotten French Boy”. En “M.A.D” se permiten el juego vocal con el único fondo de unos acordes de guitarra y golpes de charles. Catorce canciones sensacionales, sin nada de relleno, poniendo acento francés aunque siempre cantadas en inglés, puesto que a Dominique Laboubée no le gustaba nada cantar en francés salvo por imposición de la discográfica, propiciando seguramente encendidas tertulias en el intereconomía de allí para llamarle antipatriota.
Si los franceses hace tiempo nos quisieron traer la modernidad, la democracia, la libertad, un idioma más, y otras cosas que nos hubiéramos encargado de destrozar rápidamente formando un tumulto encabezado por Moe portando una antorcha, también nos hubieran traído la posibilidad de que los Dogs nos pertenecieran un poquito más. Afortunadamente los discos no entienden lo que son los Pirineos y a día de hoy podemos seguir venerando a Dominique Laboubée y sus secuaces, aunque sea desde el modesto terreno del culto musical. Tenían demasiada clase para este mundo, y la seguirán teniendo.
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